viernes, 14 de enero de 2011

El Enemigo - 14ENE11

Por siglos el ser humano aprendió a conocerlo; el enemigo era fácil de identificar, era el que destruía, saboteaba, impedía la navegación, asaltaba caravanas, secuestraba y mataba a las poblaciones más vulnerables; hablaba otro idioma, creía en otros dioses. El enemigo era diferente a nosotros: era otro, extraño, extranjero.

Con el tiempo y la globalización, el enemigo se convirtió en una clase social y las revoluciones sociales parieron nuevas maneras de entender la vida comunitaria; la aristocracia por la sangre o por la gracia de Dios fue expulsada del poder. Las dictaduras extremas proliferaron a derecha e izquierda, hasta que las guerras impusieron el orden de las naciones unidas y la distribución de la riqueza.

El enemigo por un momento se hizo difuso; pero en el siguiente instante apareció de nuevo el fanatismo, el derecho de piso y las nuevas formas de migración.

Las crisis económicas hicieron presa permanente de dos tercios de la humanidad sumiéndola en la pobreza y el hambre; mientras el otro tercio se batía entre el desempleo y la guerra; una guerra que dejó de ser negocio: ahora la guerra es más miseria, más odio y más enemigos.

Los seres humanos ya no ven claro al enemigo y tal ceguera en más de una ocasión hace ver a los amigos como enemigos, a los aliados como traidores, a los vecinos como amenaza; y los viejos mecanismos de discriminación, ultranacionalismo y xenofobia se adueñan de las naciones más ricas y florece la delincuencia organizada como negocio.

En estas condiciones, los estados antes garantes de la seguridad sufren de impotencia y de la misma ceguera que el resto de las poblaciones propias y extrañas. Las teorías se vuelven pobres o inútiles. La ignorancia descarada reina en las instituciones intelectuales, religiosas, empresariales y políticas; el deterioro de la cultura, la ciencia y el desarrollo es generalizado. El futuro es oscuro para la generación que sigue.

El enemigo más escandaloso y visible es el narco, pero detrás de las balas de los sicarios están los vendedores de armas, los políticos y empresarios que viven de la prohibición y la desregulación del consumo de las drogas, el tráfico de humanos entre los países pobres productores y los ricos que financian y venden a los consumidores; y otros enemigos más poderosos y más ocultos entre la corrupción que propician.

El enemigo termina siendo el sujeto individual, que no ve enemigo claro ahí afuera y cuya impotencia lo hace fallar una y otra vez, moverse demasiado rápido o demasiado lento para sobrevivir en una sociedad demasiado enferma. Y el sujeto, hombre o mujer, menor o adulto, funciona contra sí mismo sin desearlo. El individuo pierde la apuesta y termina sintiéndose el enemigo de sí mismo.

Pensándolo bien... O sea, Mi peor enemigo soy YO.
http://jperezrobles.wordpress.com/blog; PB110114MiEnemigo.docx; 11:48; 2435Car.

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