“El seminario sobre la privatización bancaria, la crisis y el rescate financiero, organizado por el Centro de Estudios Espinosa Yglesias que preside Amparo Espinosa Rugarcía y dirige Enrique Cárdenas, fue el marco que aprovechó Salinas de Gortari para nuevamente referirse a los errores de diciembre y criticar al gobierno de Ernesto Zedillo.” [Maricarmen Cortés, Desde el piso de Remates, El Universal, 2010-02-25]
Confieso que no logro entender cómo es posible que los protagonistas de la banca sigan jugando el juego de una supuesta política económica de Carlos Salinas y Ernesto Zedillo. Los mitos Salinistas solo son superados por la olímpica indiferencia de Zedillo.
Ambos tuvieron las diferencias que tienen en el aula universitaria los líderes de grupos de interés político (de poder); o sea, fue un juego estudiantil que trastornó la política económica de México y cayó en sus propias trampas corruptas, las que soñaron remontar impunemente, quedar millonarios o con chamba de lujo y que nadie lo notara; quedar como saca dólares y que nadie lo notara, quedar como entregadores de los negocios estratégicos mexicanos al extranjero y que nadie lo notara...
¿Qué nadie lo notara?
¿Que nadie notara el golpe radical al poder adquisitivo de los mexicanos que trabajan, incluyendo los que trabajan con buenos sueldos y los que ganan un salario mínimo que se volvió igual, pero con signo menos, por el simple decreto de ambos presidentes?
¿Que no se notara la autocracia omnipotente de Salinas, el inteligente universitario con post grado en EU; continuada por Zedillo, el geniecito financiero con el mismo postgrado; y la que llegó por la rabia de la gente en la ignorancia intoxicada por el olor de Los Pinos en un Vicente Fox que terminó por darle la puntilla al país dejándolo con el narco a todo lo que da?
¿Que no se notara el estado de la banca mexicana cuyos propietarios son los bancos de EU y de España, los dos más grandes colonizadores y saqueadores, a la antigua y a la moderna, de México?
¿Cómo que no se notara?
Eso es como producir masivamente millones de carros fallidos, esperando “que no se noten” las fallas en el acelerador, en los frenos y en el sistema electrónico ¡y decir que todo fue por un error en el diseño de los tapetes!
Si los señores banqueros se creen lo que digan Salinas o Zedillo en sus respectivas defensas falsas, equívocas y contradictorias, se merecen su propia idiotez; se vendieron a la mentira corrupta por un puñado de millones de dólares.
Pensándolo bien... Y ahora no hallan qué hacer porque ya se los acabaron o los perdieron en la bolsa de NY.
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jueves, 25 de febrero de 2010
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