jueves, 22 de julio de 2010

Nación interrumpida - 22 JUL 10

El video de la madre de uno de los niños quemados vivos en la guardería de Hermosillo, reclamado en vivo al presidente de la República la frivolidad que para ella significa la compensación con becas y ayuda económica simbólica a los dolientes y agraviados con la frase “¿Me podría dar justicia, señor presidente?”, no es solo dramático y revive la indignación nacional que pronto olvidaremos como lo hace siempre la sociedad sin memoria.

Las catástrofes de las naciones pobres y corruptas, inválidas de desarrollo, lisiadas de nutrición social, castradas de productividad, como son todas las naciones pobres, corruptas y narcas, siempre muestran a la luz pública sus entrañas cuando se presenta cualquier desastre masivo.

Las causas del desastre que se trate, desde un incendio asesino hasta una inundación, ambos irresponsables y negligentes, hasta su NO resolución, están en la superficialidad con que se hacen como si reparan los daños: como carroceros callejeros del DF.

Esa es la historia diaria de este país.

La decisión de la corte de dejar el tope de la pensión de un mes en una cantidad que un ministro de la SCJN que firmó la decisión gana en una hora, pinta de nuevo el mural de la gran injusticia cotidiana en un costado de la pirámide del poder.

Y de ahí se derraman los demás equívocos económicos: educación miserable, salud pública espantosa, justicia criminal inoperante, relación mutuamente corrupta entre las empresas y el gobierno.

Somos ahora una nación interrumpida, en vías de cumplir 200 años de edad y 100 años de revuelta adolescente; ambas cosas prometiendo una historia mucho mejor que esta existencia fallida que no ve salida a su condición lastimosa, quebrada a diario en la delincuencia de balazos, en la lucha electoral de mentiras y en la lucha frustrante de presupuestos.

Es para tenernos lástima; y si no hay suficientes elementos para tapar ese sol con un dedo, es simplemente porque no hay dedo que sea tan gordo.

No necesita ponerse usted pesimista, cualquier optimismo se derrumba ante estas realidades inocultables: los muertos del narco, el pánico de la gente, el desempleo, la no-escuela, la no-medicina, la desinformación, la distribución democrática de la pobreza y aristocrática de la riqueza, el fascismo de todos los partidos, el cinismo de la política...

Recuerdo cuando nos reíamos de los columnistas mesiánicos y rabiosos que hablaban como profetas en el desierto diciendo que por no seguir a Dios seríamos castigados; y hoy me inclino a sospechar que si no tendrían razón por tanto desastre, aunque sea difícil coincidir con el regreso de un Dios enojado y terrorista sacado del Éxodo.

Pensándolo bien... Me conformo con creer que simplemente somos una especie interrumpida en su proceso evolutivo por ignorante, corrupta y estúpida, es todo.
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