martes, 6 de julio de 2010

Todos mienten - 6 JUL 10

Las razones que explican los resultados son múltiples, bipolares, contradictorias; por tanto la única explicación plausible es el definir la envolvente que configura al resultado.

Hay dos elementos denominadores comunes del atípico fenómeno electoral de Sinaloa 2010: Uno es el alto porcentaje de participación ciudadana en la elección, muy por encima de las del resto del país donde se quejan incluso de abstencionismo; y Dos es el otro elemento que solo se podría definir en términos de la filosofía del Dr. House, cuyo método de investigación clínica, similar al de Sherlock Holmes y al de toda la literatura detectivesca es aquel por el por el que llega a sus asombrosos diagnósticos a partir de la premisa: “Todo mundo miente”.

La participación de los electores es la condición necesaria y suficiente para explicar un resultado capaz de convencer a todos aquellos que creen más en los resultados que en todas las palabras que escuchemos sobre las fallas y los culpables.

Los mejores políticos de una democracia moderna son aquellos que no tienen problemas para reconocer los resultados de una elección: de ser los perdedores del encuentro por los resultados, se convierten por ello en políticos valiosos y confiables para futuras contiendas o proyectos; o sea, el sacrificio y la honestidad también dan resultados.

La alta participación de la gente en la votación fue el elemento primordial: ningún cálculo electoral tradicional soporta una votación mayor al 60% que cae encima de cualquier maniobra previa como un tsunami y neutraliza cualquier gasto electoral por superlativo que sea. Toda táctica y toda estrategia fallan ante una alta votación; solo triunfan los que logran seducir la voluntad de los votantes, no los que la compran, no los que la chantajean, no los que intentan aterrorizarla.

De cualquier modo, todos los políticos mienten, es cierto, pero el juego democrático es que el elector tiene la esperanza de ver qué político lo convence de su promesa, mienta o no mienta.

Pero esta vez los electores aprendieron a mentir ante el poder impositivo y las tácticas de manipulación masiva, como esos peces listos que aprenden a comerse la carnada que les miente, sin tragarse el anzuelo.

La gente le mintió a las encuestas telefónicas que los hartaban, a las encuestas casa por casa, por internet; y entonces hasta las casas de encuesta de mayor prestigio cayeron en su propia trampa: esta vez en Sinaloa la gente les mintió y les dijo lo que querían oír. Ante el terror de las consecuencias por decir su preferencia electoral, la gente decidió mentir.

Y los votos reales sustituyeron a las tendencias y a las intenciones de voto.

Si la hipótesis de la mentira de la gente no satisface a los pragmáticos, cualquier explicación sobre el resultado electoral tendrá qué pasar por la alta participación de la gente, que es la única que se salva.
Pensándolo bien... Porque, ¿sabe qué?: Todos mienten.
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