miércoles, 28 de abril de 2010

Oaxaquitas - PM - 27 ABR 10

Benito Juárez es un personaje singular en la historia del mundo, no solo de América o México. El equipo de genios intelectuales, políticos, educadores y estadistas que dirigió fue lo mejor, si no es lo único, que ha valido la pena integralmente en toda la historia de este país.

Oaxaca es uno de los estados más bellos por su naturaleza, por su enorme pasado precortesiano, por su cultura indígena y española colonial, su comida y su sincretismo pletórico de belleza insuperable. Sus artistas son reconocidos en todo el mundo, sus artesanos también.

Sus campesinos son la fuerza de trabajo del desarrollo agrícola milagroso del noroeste de México y el sur de EU.

Así que no me vengan ahora con que la ironía con que rematé esta mañana ("Arizona, Good bye"), citando a cualquier riquillo naco de acá, cuando hablé de no usar la avioneta ni prestar el departamento que tengo en Tucson es ofensiva para los mexicanos de Oaxaca por usar el término “oaxaquita”, vocablo con el que los ricos locales durante decenios nombraron a los trabajadores migratorios que explotaron hasta la violación de los más elementales derechos humanos y se escondieron en un racismo solapado que provenía del mismo trato discriminatorio que le dieron durante siglos a los indios de los feudos coloniales de la meseta central.

Aquel racismo que los mexicanos criollos y mestizos pequeñoburgueses, que se creían dueños de los medios de producción, ejercieron y todavía ejercen llenando de culpa a los corazones cristianos de sus esposas e hijas, que ni con sus caridades cristianas alcanzan a lavar el pecado ancestral de sus maridos.

¿Ustedes creen que los oaxaquitas que menciono aquí, se ofenden porque uso el término al citar irónicamente a tan poderosos nacos varones?

Entonces no sabemos nada de por qué los mexicanos discriminados en Arizona se apropiaron del término “chicano”, para transformar su sentido y usarlo ahora con orgullo, después de años de uso racista y peyorativo de los blancos contra ellos.

Los únicos que se ríen del término irónico son los trabajadores del campo aludidos; y los únicos que se ofenden son los pequeños burgueses, porque éstos todavía se sienten culpables de su posición de clase explotadora, lo admitan o no.

Pensándolo bien... Y eso, al menos psicológicamente, es bueno para los oaxaquitas, los de aquí y los de Arizona; aunque resulte incómodo para los burguesitos nacos de aquí o los racistas güeros de allá. Tan-tan.

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