No tiene nada qué ver con la lucha de clases, cuya muerte fue decretada en el acuerdo por la nueva ‘cultura’ laboral en 1996 entre Fidel Velázquez y Carlos Abascal (las dos figuras más grotescas para representar lo laboral y lo patronal, respectivamente o no).
La realidad es que la única derecha soportable es la derecha con sentido del humor. Los empresarios, como los políticos, o son risueños y simpáticos o nunca deberían salir al público.
El caricaturista Abel Quezada, uno de los mejores de este siglo, era de derecha; de hecho era socio de algunas empresas del grupo Monterrey; y su estilo personal de cartón, a manera de comic, dejó un solo heredero que es Calderón, de Reforma.
Abel Quezada era y es insuperable en la ironía de su propuesta. Difícilmente sacrificaba sus conceptos por el gracejo, pero siempre conservaba la gracia suficiente para seducir nuestra sonrisa o de plano nuestra carcajada.
Es memorable aquel cartón-ensayo donde Quezada describe genialmente el momento de La Creación: cuando Dios llena de profusos atributos a esa región del mundo llamada México: ríos abundantes, selvas y bosques, playas maravillosas, valles fértiles, nevadas montañas... en suma, el cuerno de la abundancia. Pero Dios vio que era demasiado bueno para un solo país y que sería injusto con los demás. Entonces Dios, en su infinita sabiduría, pensó en compensar esta ventaja. Y para equilibrar tanta bondad en ese paraíso llamado México... ¡lo llenó de mexicanos!
No hay otra forma más graciosa de autodenigración pública. Ni los norteamericanos, que pertenecen a una de las culturas modernas más autocríticas en sus expresiones artísticas (que no en las políticas) han llegado a tanto autoescarnio, sin perder el sentido del humor.
Los mexicanos son particularmente crueles consigo mismos, con su ignorancia campesina o su negligencia urbana; su alcoholismo, machismo y su homosexualidad latente; su güeva, mordida y soborno; su evasión, pillería y mapachada; su adicción al dinero, al narco y al lavado.
Visto así, puede ser que Abel Quezada tuviera razón.
Pero ¿no será que los mexicanos padecen de una feroz amnesia histórica; una especie de Alzheimer colectivo capaz de hacerlos negar que ellos son los mismos creadores de las pirámides precortesianas, los palacios y catedrales de la colonia, las leyes republicanas, los estadios, la pintura y la música, los hospitales y universidades, las fábricas y las presas, la artesanía más bella del mundo, la cocina más sabrosa del planeta, una literatura envidiable y la población infantil más inteligente y hermosa del globo?
Pensándolo bien... ¿No será que Abel Quezada tuvo un error de apreciación y lo que Dios hizo para equilibrar las cosas fue poner en México a los políticos y empresarios más egocéntricos, explotadores, corruptos y cínicos de todo el mundo... Respectivamente o no? [JPR, PB, 2000-10-25]
http://jperezrobles.spaces.live.com/blog; PB100607AbelQuezada.docx; 19:08; 2537Car.
lunes, 7 de junio de 2010
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