Es el título de un cuento de Edmundo Valadés (Guaymas, 1915-1994) es considerado uno de los mejores del siglo 20. También dirigió la revista ‘El Cuento’ que algunos leyeron en los sesentas y descubrieron la literatura. Valadés también era periodista.
Hoy prende uno la radio o abre el periódico y los 27, 28, 29, muertos en el penal de Mazatlán salen por la bocina dando su último grito o caen del periódico uno tras otro como letras tiradas en la santidad de nuestro hogar.
“¿Me da permiso?”. “Claro, pase usted, esta es su casa”. Sinaloa es la casa de la muerte, como recurso metodológico de la justicia última.
Ayer era Sonora donde el negocio estuvo primero que el cuidado de los niños quemados vivos en la guardería que sufrió la negligencia corrupta que mandó quemar archivos comprometedores a altos funcionarios del gobierno del estado de Sonora y se extendió hasta la guardería negligente, que no tenía vía de salida en caso de emergencia. Una negligencia encima de otra.
Ambos negocios, el gobierno del estado y la cadena de guarderías son responsables físicos y morales de la muerte de esos niños, de los otros niños heridos de por vida, y del dolor masivo, iracundo, infinito, de los padres que los perdieron.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación está en aprietos. Unos dicen que es hora de que el Poder Judicial, el Poder que mucho tiempo fue el Poder de lujo entre los Tres Poderes de la Unión, tome la responsabilidad del país y que ahora, ante la negligencia impotente del Poder Ejecutivo y del Poder Legislativo, solo queda la esperanza del Judicial.
Si no queremos darle permiso a la muerte para que resuelva el problema-país por excelencia que es la seguridad de la sociedad, sea por el narco o por el levantamiento armado, sea por centenario o bicentenario, sino por dejar que el nudo apriete tanto que a todos les valga madres morir, para no vivir en la más en el infierno, la historia se repetirá.
Los niños aterrorizados en la escuela cerca de la ganadera, la masacre narca del penal de Mazatlán y los niños de Hermosillo hablan de una descomposición nacional de la que nosotros somos estrellas negras en la marquesina nacional que le dan permiso a la muerte como juez final.
Los que vivimos aquí somos responsables de nuestras vidas y de la forma como nos organizamos para vivir… o morir.
Pensándolo bien... Por ‘nosotros’ se entiende que somos usted que escucha o lee y yo, nosotros somos usted candidato en campaña y yo, nosotros somos usted funcionario que gobierna y yo, nosotros somos usted narco-empresario y yo...
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martes, 15 de junio de 2010
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