El día de la libertad oscureció para nosotros cuando José Luis Romero, periodista de Línea Directa, fue levantado y asesinado en Los Mochis este año, en este sexenio que ya mero termina: en su memoria y en la de todos los periodistas asesinados.
Mire usted, los periodistas de cualquier medio sinaloense, solo por eso ya son héroes: por ser periodistas, por serlo en Sinaloa, por serlo en este gobierno.
Los poderes narcos, distribuidos de manera compleja e indescifrable para la burocracia gringa o mexicana; para la inteligencia del ejército o la DEA; para los intereses políticos de los partidos de EU o México; para las empresas que le deben el 30% o más de su capital de trabajo al lavado; para los sicarios que le deben pleitesía al jefe de su cártel, hasta que los abandona; ninguno de ellos sabe cómo es realmente el edificio del negocio narco.
Dan la impresión de que todo lo pueden comprar; pero lo que no se puede comprar, al menos no en su totalidad, es la actividad cultural y social de la gente que trabaja y le gusta lo que hace aunque no se 'vuelva' multimillonario.
Tampoco pueden manipular a su antojo, ni con chantajes, ni con amenazas descaradas, ni con ejemplos terroristas mostrando de lo que son capaces en su locura de poder insaciable, es la inocencia con la que la gente sigue viviendo y trabajando, la ingenuidad de los que no tienen visión ni misión de empresario, sino simplemente sobreviven económicamente; sin insomnio, ansiedad o paranoia; porque no necesitan repetirse a diario que no están haciendo nada malo.
Y cuando esos que solo trabajan se llegan a expresar, lo hacen como quien no le debe nada a nadie; por el simple derecho que siempre han tenido para hablar en Sinaloa, donde se habla alto y fuerte. La libertad de hablar aquí es natural, como la vista y el oído. (Como el mecánico filósofo que explica el fenómeno político con la metáfora de la mosca: "Son las mismas moscas de siempre, lo único nuevo es que ahora las moscas pueden brincar de un cerote a otro".)
Aquí el que se dé por ofendido inmediatamente levanta la sospecha: ¿Y tú por qué te ofendes? Si tu ofensa rabiosa me manda matar, la sospecha se acabó, porque la certeza de tu crimen te delata.
A los periodistas, muertos o vivos, les debemos que averigüen y digan lo que los ciudadanos no podemos o la corrupción no desea. Solo por eso, ya son héroes de la sociedad. Sus asesinos o corruptores no son héroes de nada, solo son criminales, sean organizados o no.
Pensándolo bien... Lo único que nos enseñan es la certeza de que Todos somos José Luis Romero.
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lunes, 7 de junio de 2010
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