¿Podemos decir "Jesús Vizcarra Calderón" sin violar la ley electoral?
Porque alguien podría, en el paroxismo de la locura jurídica electoral, decir que el nombre de Jesús tiene la ventaja de ser el nombre del Hijo de Dios y en ese caso la ventaja es sencillamente infinita, y por ello interponer una demanda contra el candidato Vizcarra por tener la ventaja en la mente de la pobre gente, tan tonta ella, que no le alcanza su pobre cerebrito para definir lo que representa cada uno de los candidatos y tenemos qué protegerla con la ley electoral de sus malos pensamientos.
¿No sería injusto para cualquiera de los candidatos que le prohibieran ponerse a bailar ‘zumba’ en sus actos de campaña, bajo el argumento jurídico electoral de que está plagiando los derechos de autor del método de campaña de su contrario?
Todo esto tiene un fuerte olor a ‘compló’, válgame San Peje.
Tiene todas las características de un aviso sobre cómo estarán las cosas cuando ganen: atención, todos estarán en peligro de sufrir la venganza primitiva del que gane por criticarlo, por hacerle ver sus excesos y las prácticas legales de abuelito en el uso de su poder ya adquirido desde ahorita (o desde endenantes); de que los lemas que usa deberían estar prohibidos por su estulticia y no por su alusión a sus negocios, sean negocios de “world class food” o sean negocios nacoferreteros (naco, naco, conste), no importa.
Por ejemplo, que ahora sea el PRI el que use la estrategia jurídica para derrotar al contrario, así como el PAN la usó durante mucho tiempo cuando el PRI tenía el poder total, hasta que lo tumbó con la ley en la mano, no le agregó nada a la democracia, solo sirvió para amenazar a la mayoría con su capacidad de organización. Y su ostentación del poder.
Pero resulta que hoy en día las organizaciones ‘capaces’ del mundo han demostrado que ni su visión anunciada, ni su misión incumplida, han producido más cosa que bancos fraudulentos, operativos financieros tipo Wall Street (cada vez más sinónimo de ‘arbolito’) que hundieron al prestigio medio canijo pero bueno, y con él a la confianza y la codicia (la que “funciona”) de la gente que les creía.
No hay manera de conciliarse con las prácticas del poder político cuando se muestra tan patético, equívoco y exagerado como en Quintana Roo. ¿Eso es política electoral... y luego, eso es justicia?
¿Y esto que sufrimos en Sinaloa es política electoral? ¿Entonces por qué aparecen tantos que no les creen en las encuestas? ¿Por qué hay tantos que “no sabe/no contestó” absteniéndose? ¿Por qué tantos cuelgan el teléfono asqueados cuando escuchan propaganda de cualquier candidato? ¿Por qué la gente se queja de que haya tantos pendones que no dejan ver ni los semáforos? ¿Por qué casi nadie sabe la diferencia entre un spot del CEE y uno de cualquier candidato?
Desde ahorita se respira la sensación de que ninguno de los candidatos triunfará. Podrá ganar, tal vez, pero no triunfar. Ninguno convence de que la gente será la que gane. Todos hablan de sí mismos. Y por ello la gente los tiene sin cuidado. Ellos van a ganar.
Pensándolo bien... ¿La gente? Pobrecitos ellos, que no saben distinguir y hay qué protegerlos con la ley...
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viernes, 4 de junio de 2010
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