En este país usted tiene la libertad de profesar la religión que usted quiera en cualquier iglesia.
Si quiere ser Católico de la forma que quiera, Romano, Copto, Ortodoxo o Anglicano, lo puede ser con todo derecho; si quiere pertenece a una iglesia protestante como la Metodista, Congregacional, Bautista, Mormona, Adventista o la que aparezca esta semana, puede hacerlo libremente; si quiere ser judío, mahometano o budista, en cualquiera de sus denominaciones, pase usted, en este país no está prohibido.
Es más, si usted quiere declararse agnóstico o ateo, también puede hacerlo sin perder ninguno de sus derechos constitucionales.
Lo que usted no puede en este país es ser funcionario de elección popular, si es sacerdote, presbítero, pastor, predicador, cura o cualquier forma de representación religiosa, Al MISMO TIEMPO.
La enorme mayoría de mexicanos están contentos con ello, incluyendo la mayoría de católicos romanos. La cualidad laica del estado mexicano (igual que la del estadounidense, por si le mete angustia) nos ha resultado mucho mejor, que plegarnos todos a la iglesia mayoritaria.
Los mismos funcionaros católicos prefieren profesar su fe en lo privado, que ostentarla en público; especialmente si representan el Poder Ejecutivo.
Es tal vez el sentido común (¿o el espíritu de la ley?) lo que le indica al Ejecutivo el restringir su práctica religiosa cuando por fin se da cuenta que las cámaras de la tele registran cada santiguada que se da, con esa humildad farisaica de quienes sí saben rezar, precisamente cuando el Ejecutivo se persigna en el interior de una iglesia y en cadena nacional.
A partir de ahí no es solo un creyente más, sino un televangelista, un proselitista de su fe, de la misma categoría que los repartidores casa por casa de la Atalaya o las parejas de muchachos (en bicicleta, uno güerito y otro morenito con corbata negra) que traen la buena nueva, solo que hecho en la tele y en proyección nacional.
El presidente en México, aprende pronto lo que le indica su sentido común: no puede andar profesando su fe en público, como si no tuviera significado político ni consecuencias políticas peligrosas, al menos por lo que dure su gestión.
La proyección de la imagen del Ejecutivo mexicano no puede brincarse todas las trancas. La ‘reconquista del espíritu’ es una misión pastoral, santo y bueno; pero no puede convertirse en política de estado sin provocar la repetición de sangrientos fenómenos históricos hace mucho dejados atrás. [JPR, PB, 2000-12-21]
Pensándolo bien... El lenguaje (verbal o no-verbal) del Poder Ejecutivo mexicano debe ser un lenguaje laico, por encima de su ideología, su creencia, o la de sus socios y parientes; está acotado por la Constitución.
http://jperezrobles.wordpress.com/blog; PB101220Laico.docx; 11:16; 2398Car.
lunes, 20 de diciembre de 2010
domingo, 19 de diciembre de 2010
La Felicidad - 18DIC10
Esa elusiva, huidiza, agradable sensación de bienestar que ni los poetas han podido articular más allá de sus románticos deseos amorosos, es la felicidad.
Ese espejismo en el desierto, ese oasis que desaparece en cuanto quiero hacerlo mío, convirtiendo a la memoria y a la adicción que me empuja a buscarla en la fuente de mis frustraciones crónicas.
No hay nada más parecido al síndrome de adicción del jugador compulsivo, del coleccionista de huesos o coleccionista y punto, del buscador del éxito económico, de la fama, del triunfo electoral, o de cualquier cosa que bañe mi necesidad de ser amado con la que empezó toda esta historia y que los años convirtieron en narcisismo.
Algunas diferencias hay con el consumo compulsivo de drogas, alcohol, tabaco, café y demás ingestas de químicos causantes de estados psicotrópicos de elación, tranquilidad extrema, alucinación, o sensación de poder y fuerza; pero no son significativas en cuanto al propósito original: ser feliz.
Y por supuesto el amor y el dinero comparten las nominaciones de Hollywood en la entrega del Oscar. Ni siquiera las películas de vampiros se salvan del amor feliz. Ni siquiera las películas de denuncia social se salvan de la suerte feliz de unos niños pobres de la India, que llegan a millonarios de Hollywood.
La felicidad es la reina de las fantasías. Es más duradera que todas las demás fantasías y además no pide permiso, siempre está ahí hasta el último momento de nuestros días. Y si no soy feliz vivo, lo seré después de que me muera, en los brazos del Creador.
Es inútil ponerle condiciones a la felicidad o a su búsqueda; ninguna religión le puede poner coto: Santa Teresa de Jesús demostró, antes que Sor Juana Inés de la Cruz y su protesta feminista medieval, aquellas trampas de la fe que le pide sacrificio y postergación eterna a la felicidad, cuando la apasionada entrega al amor divino rompe con la prohibición moralista y no puede evitar la demanda de satisfacción aquí y ahora, por sublimada que parezca.
Y las perversiones de los hombres de Dios, de las que el fundador Maciel solo es un caso perdido en el mar de las pederastias globales, son versiones torcidas del deseo amoroso, por la represión ‘contra natura’ a la que los somete un decreto de castidad al servicio de la estructura económica clerical, más que al mandato cristiano que nunca existió ni en San Pablo: “Más vale casarse que quemarse”.
Pero dejemos a los patéticos ejemplos de la búsqueda de la felicidad en el eros; porque en el campo del dinero las cosas empeoran; Howard Huges por ejemplo, solo es un botón de muestra imposible de rescatar ni siquiera por la magia cinematográfica de Martin Scorsese, ni por la grotesca guapura de Leonardo di Caprio, en ‘El Aviador’; la búsqueda de la felicidad lleva al millonario a ser presa de una obsesión que lo somete a la soledad más profunda y al aislamiento absoluto que ni un asesino en serie sufre. Una felicidad destinada al fracaso.
Sostenemos que la felicidad es nuestro derecho y tenemos razón, porque eso es lo mismo que tener derecho a la gloria; pero si por tener derecho a la gloria me tengo que hacer explotar en un vagón del metro en el centro de una ciudad superpoblada para ganarme el Jardín del Edén, no parece que haya mucha ganancia ni para la humanidad ni para la gloria en ello.
Lo cierto es que al final de todos los fracasos por la obtención de la felicidad, a todos nos espera la muerte. Y antes de morir para algunos se hará la luz y tal vez puedan pensar que en lugar de buscar una felicidad que promete lo que nunca va a cumplir, tal vez sea mejor negocio (si es por el dinero) o mayor profundidad amorosa (si es por el amor) aspirar mejor a un bienestar humano y alcanzable, que a una felicidad divina, perfecta, inalcanzable, y con tantos ‘efectos colaterales’ que más bien parece una quimioterapia primitiva contra el cáncer.
La cultura y la civilización, así como la conocemos, tienden a causar malestar en el individuo en la mejor de las circunstancias; y en la peor de las circunstancia solo sabe producir miseria; miseria monetaria y miseria emocional, acompañada de una ignorancia que lo empeora todo.
Nuestra meta debería ser por tanto la de combatir el malestar procurándonos un bienestar en la medida de nuestros alcances.
Es un reto emocional e intelectual que puede llevarnos toda la vida, igual que nos han llevado la adicción a la felicidad y a las otras adicciones.
¿Valdrá la pena?
http://jperezrobles.wordpress.com; VC101218Felicidad.docx ;18:56;3776Car.
Ese espejismo en el desierto, ese oasis que desaparece en cuanto quiero hacerlo mío, convirtiendo a la memoria y a la adicción que me empuja a buscarla en la fuente de mis frustraciones crónicas.
No hay nada más parecido al síndrome de adicción del jugador compulsivo, del coleccionista de huesos o coleccionista y punto, del buscador del éxito económico, de la fama, del triunfo electoral, o de cualquier cosa que bañe mi necesidad de ser amado con la que empezó toda esta historia y que los años convirtieron en narcisismo.
Algunas diferencias hay con el consumo compulsivo de drogas, alcohol, tabaco, café y demás ingestas de químicos causantes de estados psicotrópicos de elación, tranquilidad extrema, alucinación, o sensación de poder y fuerza; pero no son significativas en cuanto al propósito original: ser feliz.
Y por supuesto el amor y el dinero comparten las nominaciones de Hollywood en la entrega del Oscar. Ni siquiera las películas de vampiros se salvan del amor feliz. Ni siquiera las películas de denuncia social se salvan de la suerte feliz de unos niños pobres de la India, que llegan a millonarios de Hollywood.
La felicidad es la reina de las fantasías. Es más duradera que todas las demás fantasías y además no pide permiso, siempre está ahí hasta el último momento de nuestros días. Y si no soy feliz vivo, lo seré después de que me muera, en los brazos del Creador.
Es inútil ponerle condiciones a la felicidad o a su búsqueda; ninguna religión le puede poner coto: Santa Teresa de Jesús demostró, antes que Sor Juana Inés de la Cruz y su protesta feminista medieval, aquellas trampas de la fe que le pide sacrificio y postergación eterna a la felicidad, cuando la apasionada entrega al amor divino rompe con la prohibición moralista y no puede evitar la demanda de satisfacción aquí y ahora, por sublimada que parezca.
Y las perversiones de los hombres de Dios, de las que el fundador Maciel solo es un caso perdido en el mar de las pederastias globales, son versiones torcidas del deseo amoroso, por la represión ‘contra natura’ a la que los somete un decreto de castidad al servicio de la estructura económica clerical, más que al mandato cristiano que nunca existió ni en San Pablo: “Más vale casarse que quemarse”.
Pero dejemos a los patéticos ejemplos de la búsqueda de la felicidad en el eros; porque en el campo del dinero las cosas empeoran; Howard Huges por ejemplo, solo es un botón de muestra imposible de rescatar ni siquiera por la magia cinematográfica de Martin Scorsese, ni por la grotesca guapura de Leonardo di Caprio, en ‘El Aviador’; la búsqueda de la felicidad lleva al millonario a ser presa de una obsesión que lo somete a la soledad más profunda y al aislamiento absoluto que ni un asesino en serie sufre. Una felicidad destinada al fracaso.
Sostenemos que la felicidad es nuestro derecho y tenemos razón, porque eso es lo mismo que tener derecho a la gloria; pero si por tener derecho a la gloria me tengo que hacer explotar en un vagón del metro en el centro de una ciudad superpoblada para ganarme el Jardín del Edén, no parece que haya mucha ganancia ni para la humanidad ni para la gloria en ello.
Lo cierto es que al final de todos los fracasos por la obtención de la felicidad, a todos nos espera la muerte. Y antes de morir para algunos se hará la luz y tal vez puedan pensar que en lugar de buscar una felicidad que promete lo que nunca va a cumplir, tal vez sea mejor negocio (si es por el dinero) o mayor profundidad amorosa (si es por el amor) aspirar mejor a un bienestar humano y alcanzable, que a una felicidad divina, perfecta, inalcanzable, y con tantos ‘efectos colaterales’ que más bien parece una quimioterapia primitiva contra el cáncer.
La cultura y la civilización, así como la conocemos, tienden a causar malestar en el individuo en la mejor de las circunstancias; y en la peor de las circunstancia solo sabe producir miseria; miseria monetaria y miseria emocional, acompañada de una ignorancia que lo empeora todo.
Nuestra meta debería ser por tanto la de combatir el malestar procurándonos un bienestar en la medida de nuestros alcances.
Es un reto emocional e intelectual que puede llevarnos toda la vida, igual que nos han llevado la adicción a la felicidad y a las otras adicciones.
¿Valdrá la pena?
http://jperezrobles.wordpress.com; VC101218Felicidad.docx ;18:56;3776Car.
jueves, 16 de diciembre de 2010
Nuestra "Cultura" - 16DIC10
A 48 por ciento de los mexicanos no les interesa lo que sucede en la cultura o en las actividades de ese ámbito (teatro, danza, cine, literatura, conciertos), según documenta la Encuesta Nacional de Hábitos, Prácticas y Consumo Culturales que mandó realizar este año el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA; ‘Conca’).
Los resultados de esa evaluación hecha por la empresa privada Defoe Experts on Social Reporting (con un costo de más de 7 millones de pesos), fueron dados a conocer ayer por la presidenta del CNCA, Consuelo Sáizar, quien explicó que los datos permitirán evaluar las políticas públicas en el sector cultural, así como identificar las necesidades.
Ello propiciará orientar programas para que sepamos en qué invertir el dinero de los mexicanos, añadió.
En la rueda de prensa también estuvo presente Ernesto Piedras, director general de la consultoría The Competitive Inteligent Unit especializada en análisis económicos de las industrias culturales, quien se encargará de explorar los números que arrojó la encuesta, que ninguna universidad habría podido financiar.
Se concluye que más de 41 millones de personas en el país están poco o nada interesadas en la cultura; sólo 11 millones (13 por ciento) personas están muy interesadas, 29 millones (34 por ciento) estarían algo interesadas y cinco por ciento no sabe o no contestó.
Los datos acerca de los consumos culturales sorprendieron a algunos de los funcionarios presentes en la rueda de prensa, otros no hicieron más que confirmar lo que desde hace años se sabe: 45 por ciento de la población nunca ha ido a un concierto o presentación de música en vivo, y 67 por ciento señaló que nunca ha visto una obra de teatro. [La Jornada, 2010-12-16]
Mientras más gasten en documentar nuestra cultura, más se documentará nuestra ignorancia.
El deterioro nacional no solo está en la corrupción económica de los políticos, ni en la ambición desbocada de los empresarios, también está en el sistemático y criminal asesinato, ejecución o como usted quiera llamarle, del sistema educativo mexicano por la idea que tiene la ignorancia oficial de lo que debe ser la cultura.
Es cuestión de ver lo dicho por Emmanuel Carballo en su blog con una certeza espeluznante:
Pensar que la literatura entre nosotros llega al pueblo es una mentira: el pueblo no sabe leer, y los que saben, aún no pueden ir más allá de los comics y las fotonovelas. En definitiva, la literatura mexicana se desenvuelve dentro de un círculo vicioso burgués: la escribimos los burgueses, la leemos los burgueses y la criticamos los burgueses. Todo queda en familia.
El destino de la cultura mexicana es el mismo destino de la literatura: el círculo vicioso de la elite.
Pensándolo bien... Vivimos adentro de una pirámide nacional que nos recluye a esta cárcel cultural, con la luz azul de la tele cintilando muy bonita en las ventanas de cada celda.
http://jperezrobles.wordpress.com/blog; PB101216Cultura.docx; 18:00; 2530Car.
Los resultados de esa evaluación hecha por la empresa privada Defoe Experts on Social Reporting (con un costo de más de 7 millones de pesos), fueron dados a conocer ayer por la presidenta del CNCA, Consuelo Sáizar, quien explicó que los datos permitirán evaluar las políticas públicas en el sector cultural, así como identificar las necesidades.
Ello propiciará orientar programas para que sepamos en qué invertir el dinero de los mexicanos, añadió.
En la rueda de prensa también estuvo presente Ernesto Piedras, director general de la consultoría The Competitive Inteligent Unit especializada en análisis económicos de las industrias culturales, quien se encargará de explorar los números que arrojó la encuesta, que ninguna universidad habría podido financiar.
Se concluye que más de 41 millones de personas en el país están poco o nada interesadas en la cultura; sólo 11 millones (13 por ciento) personas están muy interesadas, 29 millones (34 por ciento) estarían algo interesadas y cinco por ciento no sabe o no contestó.
Los datos acerca de los consumos culturales sorprendieron a algunos de los funcionarios presentes en la rueda de prensa, otros no hicieron más que confirmar lo que desde hace años se sabe: 45 por ciento de la población nunca ha ido a un concierto o presentación de música en vivo, y 67 por ciento señaló que nunca ha visto una obra de teatro. [La Jornada, 2010-12-16]
Mientras más gasten en documentar nuestra cultura, más se documentará nuestra ignorancia.
El deterioro nacional no solo está en la corrupción económica de los políticos, ni en la ambición desbocada de los empresarios, también está en el sistemático y criminal asesinato, ejecución o como usted quiera llamarle, del sistema educativo mexicano por la idea que tiene la ignorancia oficial de lo que debe ser la cultura.
Es cuestión de ver lo dicho por Emmanuel Carballo en su blog con una certeza espeluznante:
Pensar que la literatura entre nosotros llega al pueblo es una mentira: el pueblo no sabe leer, y los que saben, aún no pueden ir más allá de los comics y las fotonovelas. En definitiva, la literatura mexicana se desenvuelve dentro de un círculo vicioso burgués: la escribimos los burgueses, la leemos los burgueses y la criticamos los burgueses. Todo queda en familia.
El destino de la cultura mexicana es el mismo destino de la literatura: el círculo vicioso de la elite.
Pensándolo bien... Vivimos adentro de una pirámide nacional que nos recluye a esta cárcel cultural, con la luz azul de la tele cintilando muy bonita en las ventanas de cada celda.
http://jperezrobles.wordpress.com/blog; PB101216Cultura.docx; 18:00; 2530Car.
¿De 'La Famiglia' a 'La Familia'? - 16DIC10
Querer comparar el discurso de La Familia de Michoacán con la subcultura de ‘La Famiglia’ Siciliana original sería un desatino antropológico e histórico.
En Sicilia, la Mafia, la Cosa Nostra, la Famiglia, la Omerta (o secreto social) funcionaron como una contra-cultura de supervivencia por siglos de imposición continental de Italia; y allá se involucraban TODOS los sicilianos de la isla: desde el cura del pueblo, las mujeres discriminadas, los pescadores, hasta el colector de basura.
En cambio, ‘La Familia’ Michoacana es un cártel más.
Todos los cárteles gustan de tener una ideología salvadora de la población contra el mal gobierno; es esencial para contrarrestar el sentimiento de culpa de los asesinatos y demás crímenes cometidos, lo sepan o no lo sepan.
La familia Michoacana es un grupúsculo narco con ideas políticas omnipotentes, que tienen la eficacia del terror que meten las armas a cualquier ciudadano común, enajenando su silencio y su miedo.
A cualquiera le da terror un grupo así; pero también a cualquiera le dan ganas de enaltecerlos como un fenómeno cultural justificado que acabará de una vez con la corrupción oficial y con los narcos asesinos.
Porque a muchos ciudadanos el narco, la guerra y las condiciones sociales ya empiezan a hartarles la vida y parecen dispuestos a arriesgarla antes de que alguien se la quite. Eso puede ser peligroso para todos; y el gobierno no lo ve o no quiere verlo.
Pensándolo bien... Como dijo un funcionario de policía un día, lo que por algo se volvió un dicho recurrente de la ironía negra de la calle, “Tengo miedo, tengo miedo, tengo miedo…”.
Piénsele...
http://jperezrobles.wordpress.com/blog; Pien101216NarcoFam.docx; 17:39; 1520Car.
En Sicilia, la Mafia, la Cosa Nostra, la Famiglia, la Omerta (o secreto social) funcionaron como una contra-cultura de supervivencia por siglos de imposición continental de Italia; y allá se involucraban TODOS los sicilianos de la isla: desde el cura del pueblo, las mujeres discriminadas, los pescadores, hasta el colector de basura.
En cambio, ‘La Familia’ Michoacana es un cártel más.
Todos los cárteles gustan de tener una ideología salvadora de la población contra el mal gobierno; es esencial para contrarrestar el sentimiento de culpa de los asesinatos y demás crímenes cometidos, lo sepan o no lo sepan.
La familia Michoacana es un grupúsculo narco con ideas políticas omnipotentes, que tienen la eficacia del terror que meten las armas a cualquier ciudadano común, enajenando su silencio y su miedo.
A cualquiera le da terror un grupo así; pero también a cualquiera le dan ganas de enaltecerlos como un fenómeno cultural justificado que acabará de una vez con la corrupción oficial y con los narcos asesinos.
Porque a muchos ciudadanos el narco, la guerra y las condiciones sociales ya empiezan a hartarles la vida y parecen dispuestos a arriesgarla antes de que alguien se la quite. Eso puede ser peligroso para todos; y el gobierno no lo ve o no quiere verlo.
Pensándolo bien... Como dijo un funcionario de policía un día, lo que por algo se volvió un dicho recurrente de la ironía negra de la calle, “Tengo miedo, tengo miedo, tengo miedo…”.
Piénsele...
http://jperezrobles.wordpress.com/blog; Pien101216NarcoFam.docx; 17:39; 1520Car.
lunes, 13 de diciembre de 2010
Emmanuel Carballo - 13DIC10
Soy una figura molesta pero necesaria. Mi papel se presta más a la censura que al elogio.
Y es natural, el crítico es el aguafiestas, el villano de película del Oeste, el resentido, el amargado, el ogro y la bruja de los cuentos de niños, el viejo sucio que viola a la chica indefensa, el maniático, el doctor Jekyll y míster Hyde: en pocas palabras, el que exige a los demás que se arriesguen mientras él mira los toros desde la barrera.
Si lo anterior fuese cierto, el oficio del crítico estaría más próximo al mundo de la delincuencia que a la ley de responsabilidades. Y yo creo que la crítica es (o debería ser) una profesión como otra cualquiera, con sus derechos y obligaciones.
En el caso concreto de México, la literatura casi no tiene nada que ofrecer. En primer término porque su misión específica es reducida: se concreta a mostrar y no a remediar.
Pensar que la literatura entre nosotros llega al pueblo es una mentira: el pueblo no sabe leer, y los que saben aún no pueden ir más allá de los comics y las fotonovelas; además, el libro es caro, casi un objeto de lujo. En definitiva, la literatura mexicana se
desenvuelve dentro de un círculo vicioso burgués: la escribimos los burgueses, la leemos los burgueses y la criticamos los burgueses. Todo queda en familia.
Si en los años cincuenta mi compromiso pudo calificarse de elitista, de pequeñoburgués, de avanzado en el terreno de la estética y reaccionario en el campo de las ideas políticas; si en los sesenta, setenta y ochenta no hice nada, salvo los retóricos
golpes de pecho, para modificar sustancialmente mi actitud, que siguió siendo la de escribir para unos cuantos que eran, como yo y la mayor parte de mis compañeros de generación, los “exquisitos”, con gran congoja para mi sensibilidad bien intencionada y
socializante.
Hoy creo que ese compromiso se ha clarificado: ya no le pido peras al olmo, ya no me exijo pensar y sentir como un proletario cuando estoy convencido que soy un burgués. Ya no me hago ilusiones: la literatura no va a salvar en general al mundo y en particular al hombre, al hombre que tiene un nombre y un apellido, tan sólo le va a ofrecer una larga cadena de pistas que le permita conocer el amor y el desconsuelo. [emmanuelcarballo.com, 2010-12-13]
Pensándolo bien... Emmanuel Carballo: un crítico honesto, tal vez el último intelectual mexicano en confrontación con la realidad. El resto miente...
http://jperezrobles.wordpress.com/ ; PM1012103ECarballo.docx ;18:03;2105Car
Y es natural, el crítico es el aguafiestas, el villano de película del Oeste, el resentido, el amargado, el ogro y la bruja de los cuentos de niños, el viejo sucio que viola a la chica indefensa, el maniático, el doctor Jekyll y míster Hyde: en pocas palabras, el que exige a los demás que se arriesguen mientras él mira los toros desde la barrera.
Si lo anterior fuese cierto, el oficio del crítico estaría más próximo al mundo de la delincuencia que a la ley de responsabilidades. Y yo creo que la crítica es (o debería ser) una profesión como otra cualquiera, con sus derechos y obligaciones.
En el caso concreto de México, la literatura casi no tiene nada que ofrecer. En primer término porque su misión específica es reducida: se concreta a mostrar y no a remediar.
Pensar que la literatura entre nosotros llega al pueblo es una mentira: el pueblo no sabe leer, y los que saben aún no pueden ir más allá de los comics y las fotonovelas; además, el libro es caro, casi un objeto de lujo. En definitiva, la literatura mexicana se
desenvuelve dentro de un círculo vicioso burgués: la escribimos los burgueses, la leemos los burgueses y la criticamos los burgueses. Todo queda en familia.
Si en los años cincuenta mi compromiso pudo calificarse de elitista, de pequeñoburgués, de avanzado en el terreno de la estética y reaccionario en el campo de las ideas políticas; si en los sesenta, setenta y ochenta no hice nada, salvo los retóricos
golpes de pecho, para modificar sustancialmente mi actitud, que siguió siendo la de escribir para unos cuantos que eran, como yo y la mayor parte de mis compañeros de generación, los “exquisitos”, con gran congoja para mi sensibilidad bien intencionada y
socializante.
Hoy creo que ese compromiso se ha clarificado: ya no le pido peras al olmo, ya no me exijo pensar y sentir como un proletario cuando estoy convencido que soy un burgués. Ya no me hago ilusiones: la literatura no va a salvar en general al mundo y en particular al hombre, al hombre que tiene un nombre y un apellido, tan sólo le va a ofrecer una larga cadena de pistas que le permita conocer el amor y el desconsuelo. [emmanuelcarballo.com, 2010-12-13]
Pensándolo bien... Emmanuel Carballo: un crítico honesto, tal vez el último intelectual mexicano en confrontación con la realidad. El resto miente...
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viernes, 10 de diciembre de 2010
Especular 2011 - 9DIC10
No creemos que la gente se trague la rueda de molino de las promesas de campaña: si fueron inteligentes para votar así como votaron, entonces no son tan tontos. La gente más bien teme que el caldo de “cambio” de política que consiguieron resulte más caro que las albóndigas de la administración; exactamente como sucedió con Fox de manera patética hasta la ignorancia voluntariosa de la realidad, y todavía falta ver cómo termina el segundo sexenio nacional de lo que Catón llama “la docena trágica”.
Mi especulación personal parte de que Malova ha aprendido con el tiempo a no irse de bruces, copiando al carbón a los modelos que le hayan ayudado a aprender política a catorrazos por el camino; y que la integración de su gabinete caminará por la lógica elemental.
Como nos gusta que nos entreguen todo ya masticado, solo diré que la gente sabe de las habilidades de mando del gobernador y lo que menos les preocupa es su administración: en todo caso, que se preocupen los administradores.
Lo que le preocupa a Malova (o debería) es cómo conseguirse un espacio libre para la política original que sabe que le fue encargada por los electores y más que eso (que suena como a demagogia) sabe que no tiene otra manera de ejercer la política que no sea personalmente; o sea, irla construyendo en el camino; en el lenguaje beisbolero (no sé por qué lo uso aquí) sería “según vaya el score”.
Para eso necesita un gabinete con personas suficientemente confiables para él, que redunden en tener tiempo y espacio amplio, el necesario para maniobrar políticamente con éxito.
Y no solo “políticamente” en el sentido peyorativo, como en las grillas o sometimientos al poder, sino en el alto sentido de la política como el complejo arte de conseguir que las cosas se hagan a favor de la mayoría al mismo tiempo que a favor del desarrollo del Estado (ingenuidades aparte).
Los nombres que a estas alturas usted exige, ya están ahí desde hace rato, pero fundamentalmente: Armando Villarreal a Finanzas y Carlos Balderrama a Desarrollo Económico, son elementos ineludibles para Malova; el operador Gerardo Vargas, no tengo la menor idea dónde iría, pero irá; y del lado amable, María Luisa Miranda a Educación y Cultura, prácticamente por gravedad.
El resto es negociable políticamente y controlable administrativamente. No sin riesgos, no sin costos, pero se puede.
Las presiones pueden ser de múltiple frecuencia y diferente intensidad, pero el principio de gobierno de Malova, o es cautelosamente personal, o no lo será nunca.
Mas si usted cree que especular sobre 2011 aquí termina...
Piénsele...
http://jperezrobles.wordpress.com/blog; Pien101209Especular2011.docx; 10:39; 2272Car.
Mi especulación personal parte de que Malova ha aprendido con el tiempo a no irse de bruces, copiando al carbón a los modelos que le hayan ayudado a aprender política a catorrazos por el camino; y que la integración de su gabinete caminará por la lógica elemental.
Como nos gusta que nos entreguen todo ya masticado, solo diré que la gente sabe de las habilidades de mando del gobernador y lo que menos les preocupa es su administración: en todo caso, que se preocupen los administradores.
Lo que le preocupa a Malova (o debería) es cómo conseguirse un espacio libre para la política original que sabe que le fue encargada por los electores y más que eso (que suena como a demagogia) sabe que no tiene otra manera de ejercer la política que no sea personalmente; o sea, irla construyendo en el camino; en el lenguaje beisbolero (no sé por qué lo uso aquí) sería “según vaya el score”.
Para eso necesita un gabinete con personas suficientemente confiables para él, que redunden en tener tiempo y espacio amplio, el necesario para maniobrar políticamente con éxito.
Y no solo “políticamente” en el sentido peyorativo, como en las grillas o sometimientos al poder, sino en el alto sentido de la política como el complejo arte de conseguir que las cosas se hagan a favor de la mayoría al mismo tiempo que a favor del desarrollo del Estado (ingenuidades aparte).
Los nombres que a estas alturas usted exige, ya están ahí desde hace rato, pero fundamentalmente: Armando Villarreal a Finanzas y Carlos Balderrama a Desarrollo Económico, son elementos ineludibles para Malova; el operador Gerardo Vargas, no tengo la menor idea dónde iría, pero irá; y del lado amable, María Luisa Miranda a Educación y Cultura, prácticamente por gravedad.
El resto es negociable políticamente y controlable administrativamente. No sin riesgos, no sin costos, pero se puede.
Las presiones pueden ser de múltiple frecuencia y diferente intensidad, pero el principio de gobierno de Malova, o es cautelosamente personal, o no lo será nunca.
Mas si usted cree que especular sobre 2011 aquí termina...
Piénsele...
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miércoles, 8 de diciembre de 2010
Violencia, Mundo, Familia (VC) - 4DIC10
No vamos aquí a hablar a favor de la violencia. Tampoco vamos a hablar en contra, eso será motivo de otro tipo de emisión de radio donde nuestro asombro por los índices de violencia nos lleven a tomar acciones moralistas para tratar de evitarla con consejos, admoniciones u homilías.
Aquí nos acercaremos al fenómeno violento para tratar de explicarlo y conocerlo, como un modo alternativo al espanto y la parálisis mental generalizada frente a las emociones violentas que la observación de la violencia de otros causa en nuestro interior.
A todos nos causa una reacción violenta en el alma y propicia a la violencia física el ver o escuchar un acto de abuso físico o psicológico de un ser humano fuerte contra otro débil.
En especial si tal abuso se da en condiciones donde el abusador no es un extraño y además tiene un orden jerárquico social superior al abusado. Puede ser un familiar, un maestro, un religioso, un policía o cualquier representación social o moral de la autoridad.
Y ese abuso es una contradicción sociológica en sí mismo.
La misma instauración de la autoridad en la civilización tiene la finalidad del orden social, del control de los instintos básicos, todavía hay reglamentos que lo anuncian en su nombre “Bando de Policía y buen Gobierno”.
La finalidad misma del gobierno desde sus orígenes, y algunos piensan que todavía hoy mismo, es la seguridad social que no es otra cosa que el intento de control civilizado de la violencia.
Obviamente, dado nuestro legítimo asombro por los índices de violencia reportados en la sociedad en los últimos años, estos intentos civilizadores simplemente han fallado.
Y eso significa nada más, pero nada menos, que las instituciones más sagradas de la sociedad han fallado. La familia, la escuela, la iglesia y, en primer término por su importancia social, el gobierno, la sociedad civil y los poderes fácticos (el mercado, el dinero y la delincuencia “organizada”).
Los intentos de la ciencia para explicar el fenómeno están llenos de buenas hipótesis que dan cuenta de la expresión de la violencia y su dinámica en las sociedades mamíferas superiores y sus correlatos en la sociedad humana.
Pero la guerra sigue siendo la expresión más brutal, masiva, mortal y destructiva de todas las expresiones de la violencia, es solo cuestión de ver las noticias sobre cualquier guerra de las que no han dejado de estar ahí en algún lugar del mundo todos los días, desde que usted nació hasta la fecha.
Pero las violencias físicas más impresionantes y que mayores efectos psicológicos colaterales imprimen en la imagen de sí mismos de los niños y los adultos es el de la violencia familiar.
Por más que tratamos, no somos capaces de comprender que un padre de familia pueda sacar la pistola del buró y matar a su mujer y a sus 5 hijos antes de suicidarse porque él y su esposa fueron despedidos del hospital donde trabajaban y su futuro y el de sus hijos se vio destruido en el acto. No nos sirve de nada la lógica que hace pensar al padre que si su futuro y el de su familia ha sido cancelado por la crisis y el desempleo, entonces lo que queda es cancelar ese futuro acabando con la vida de toda la familia.
La lógica de la violencia es contundente: “Muerto el perro se acabó la rabia”. Pero la comprensión emocional de esa lógica necesita de la propia locura, de la propia pérdida de la razón, de la propia demencia.
Los 10 mandamientos de Moisés, si usted los lee detenidamente con ojos de análisis social del fenómeno, independientemente de sus contenidos religiosos que se respetan y todo, son un código de orden civilizado del caos en el que habían caído las tribus de judíos esclavos de Egipto recién liberados que vagaban por el desierto aparentemente sin futuro. Los 10 mandamientos son la constitución básica de una sociedad que se ordena bajo una ley; y la interlocutora de esa ley, aparte de la fe en un sólo Dios que les costaba tanto a los politeístas egipcios, es el control de la violencia (“No matarás, no robarás, no codiciarás las cosas ajenas…”).
Desde antes de eso, la voluntad humana ha implantado el control de la violencia con la violencia institucional de la fuerza pública armada del estado (el ejército y la policía). Y todo mundo parece estar de acuerdo al firmar, así sea a regañadientes, el contrato social del país en el que vive.
Esta es mi nación, este es mi país, esta es mi patria, ni modo.
De la misma manera los hijos de una familia aceptan como su destino las reglas del entorno familiar, ni modo.
Bueno, pues eso se ha venido relajando con los años, con la ignorancia, con la pobreza, con el abandono afectivo, con las propias exigencias que la civilización impone sobre los que gobiernan a la familia, o la deberían gobernar.
Del mismo modo que los gobiernos gradualmente han transferido las obligaciones básicas de salud, educación y mantenimiento de la comunidad a los ciudadanos, los padres y madres de familia han tenido qué transferir parte de sus responsabilidades afectivas y efectivas, a otros profesionales (y a veces simples sirvientes) contratados para el cuidado de los niños.
Eso cuando hay con qué. Cuando no, el malestar y la pobreza entran por la puerta y el amor sale por la ventana. La puerta se queda abierta para que también entre la violencia en todas las formas que todos los días aparecen en los medios de comunicación.
Mujeres golpeadas por su hombres, niños golpeados por sus madre o su padre o su hermano mayor, niñas violadas o seducidas por sus parientes mayores a veces con embarazos prematuros.
De nada sirve que se agreguen mandamientos que traten de controlar esa violencia terrorífica, espantosa y nauseabunda. Los índices siguen creciendo.
Y esa impotencia nos hace actuar violentamente contra los violentos y la violencia. Por eso la idea de volver a traer la pena de muerte.
La lógica de la violencia es brutal y contundente: “Muerto el violento, se acabó la rabia”.
Pero todos sabemos que eso es una mentira, lo es con el perro y lo es con el violento. Matar un perro rabioso no acaba con el virus de la rabia; matar a un violador o golpeador no acaba con la violencia intrafamiliar.
Con esa lógica, la destructividad rebota contra el propio estado y se instaura ahí como promotora de la mayor violencia posible. La infiltración de los gobiernos por el interés económico narco, que todo lo corrompe, y la del interés económico financiero nacional e internacional, que también todo lo corrompe como lo vemos en cada ‘crisis’ y su consecuente ‘rescate’, son las dos enfermedades más profundas de cualquier estado moderno. En realidad es una sola enfermedad: el dinero, el mercado sin supervisión, la banca impune, Cada día se muestra con mayor claridad el “Síndrome de la Economía Política”. Una sola enfermedad con varias expresiones de la misma. La violencia es sólo uno de esos síntomas.
¿Qué los componentes de la violencia física son genéticos y son culturales? Claro que lo son, señores: TODAS las conductas humanas se deben a ambos determinantes; es descubrir el agua hervida decir que lo biológico y lo social son las dos causas de la violencia, eso lo planteó al psicoanálisis desde principios del siglo pasado. Y se ratificó en la carta de respuesta de Freud a un amigo que le preguntó “¿Por qué la guerra?”, unos años antes de que la primera de dos bombas de reacción nuclear se lanzara sobre Hiroshima y Nagasaki en la II Guerra Mundial. Ese amigo se llamaba Albert Einstein.
Al final de una larga exposición, Freud le dice a su amigo Einstein: Desde épocas inmemoriales se desenvuelve en la humanidad el proceso del desarrollo de la cultura. (Sé que otros prefieren llamarla «civilización».) A este proceso debemos lo mejor que hemos llegado a ser y una buena parte de aquello a raíz de lo cual penamos. Sus ocasiones y comienzos son oscuros, su desenlace incierto, algunos de sus caracteres muy visibles. Acaso lleve a la extinción de la especie humana, pues perjudica la función sexual en más de una manera, y ya hoy las razas incultas y los estratos rezagados de la población se multiplican con mayor intensidad que los de elevada cultura. Quizás este proceso sea comparable con la domesticación de ciertas especies animales; es indudable que conlleva alteraciones corporales; pero el desarrollo de la cultura como un proceso orgánico de esa índole no ha pasado a ser todavía una representación familiar. Las alteraciones psíquicas sobrevenidas con el proceso cultural son llamativas e indubitables. Consisten en un progresivo desplazamiento de las metas pulsionales y en una limitación de las mociones pulsionales. Sensaciones placenteras para nuestros ancestros se han vuelto para nosotros indiferentes o aun insoportables; el cambio de nuestros reclamos ideales éticos y estéticos reconoce fundamentos orgánicos. Entre los caracteres psicológicos de la cultura, dos parecen los más importantes: el fortalecimiento del intelecto, que empieza a gobernar a la vida pulsional, y la interiorización de la inclinación a agredir, con todas sus consecuencias ventajosas y peligrosas. Ahora bien, la guerra contradice de la manera más flagrante las actitudes psíquicas que nos impone el proceso cultural, y por eso nos vemos precisados a sublevarnos contra ella, lisa y llanamente no la soportamos más. La nuestra no es una mera repulsa intelectual y afectiva: es en nosotros, los pacifistas, una intolerancia constitucional, una idiosincrasia extrema, por así decir. Y hasta parece que los desmedros estéticos de la guerra no cuentan mucho menos para nuestra repulsa que sus crueldades.
¿Cuánto tiempo tendremos que esperar hasta que los otros también se vuelvan pacifistas? No es posible decirlo, pero acaso no sea una esperanza utópica que el influjo de esos dos factores, el de la actitud cultural y el de la justificada angustia ante los efectos de una guerra futura, haya de poner fin a las guerras en una época no lejana. Por qué caminos o rodeos, eso no podemos colegirlo. Entretanto tenemos derecho a decirnos: todo lo que promueva el desarrollo de la cultura trabaja también contra la guerra.
Saludo a usted cordialmente, y le pido me disculpe si mi exposición lo ha desilusionado.
Eso fue en Septiembre de 1932. En 1937, Einstein le entregó a Roosevelt el proyecto de fabricación de la primera bomba nuclear que se lanzó en Hiroshima en 1945. Es la única bomba nuclear usada en una guerra real en toda la historia.
La violencia no se ha podido detener como esperaba Freud. De hecho ha crecido en intensidad y generalización en la especie humana.
No hay manera de no relacionarla con el entorno social, civilizado y cultural.
Lo que queda es defenderse de la violencia a como Dios nos dé a entender.
Por lo pronto, el mejor recurso frente a una violencia familiar es el retirarse de ahí, el cortar por lo sano y salirse de una situación irremediable que no puede ser peor que el abandono, especialmente para sus hijos. Sálvese ahora antes de que pase a mayores.
Pida ayuda a sus familiares o a las instituciones que medio funcionan todavía como el DIF o las No Gubernamentales que protegen a las mujeres golpeadas.
Con la violencia no se negocia, no hay razón ni arrepentimiento que sirva, es como una adicción, incurable, progresiva y mortal. También nosotros pedimos que nos disculpen por la desilusión causada.
http://jperezrobles.wordpress.com; VC101204Violencia.docx ;17:51;9478Car.
Aquí nos acercaremos al fenómeno violento para tratar de explicarlo y conocerlo, como un modo alternativo al espanto y la parálisis mental generalizada frente a las emociones violentas que la observación de la violencia de otros causa en nuestro interior.
A todos nos causa una reacción violenta en el alma y propicia a la violencia física el ver o escuchar un acto de abuso físico o psicológico de un ser humano fuerte contra otro débil.
En especial si tal abuso se da en condiciones donde el abusador no es un extraño y además tiene un orden jerárquico social superior al abusado. Puede ser un familiar, un maestro, un religioso, un policía o cualquier representación social o moral de la autoridad.
Y ese abuso es una contradicción sociológica en sí mismo.
La misma instauración de la autoridad en la civilización tiene la finalidad del orden social, del control de los instintos básicos, todavía hay reglamentos que lo anuncian en su nombre “Bando de Policía y buen Gobierno”.
La finalidad misma del gobierno desde sus orígenes, y algunos piensan que todavía hoy mismo, es la seguridad social que no es otra cosa que el intento de control civilizado de la violencia.
Obviamente, dado nuestro legítimo asombro por los índices de violencia reportados en la sociedad en los últimos años, estos intentos civilizadores simplemente han fallado.
Y eso significa nada más, pero nada menos, que las instituciones más sagradas de la sociedad han fallado. La familia, la escuela, la iglesia y, en primer término por su importancia social, el gobierno, la sociedad civil y los poderes fácticos (el mercado, el dinero y la delincuencia “organizada”).
Los intentos de la ciencia para explicar el fenómeno están llenos de buenas hipótesis que dan cuenta de la expresión de la violencia y su dinámica en las sociedades mamíferas superiores y sus correlatos en la sociedad humana.
Pero la guerra sigue siendo la expresión más brutal, masiva, mortal y destructiva de todas las expresiones de la violencia, es solo cuestión de ver las noticias sobre cualquier guerra de las que no han dejado de estar ahí en algún lugar del mundo todos los días, desde que usted nació hasta la fecha.
Pero las violencias físicas más impresionantes y que mayores efectos psicológicos colaterales imprimen en la imagen de sí mismos de los niños y los adultos es el de la violencia familiar.
Por más que tratamos, no somos capaces de comprender que un padre de familia pueda sacar la pistola del buró y matar a su mujer y a sus 5 hijos antes de suicidarse porque él y su esposa fueron despedidos del hospital donde trabajaban y su futuro y el de sus hijos se vio destruido en el acto. No nos sirve de nada la lógica que hace pensar al padre que si su futuro y el de su familia ha sido cancelado por la crisis y el desempleo, entonces lo que queda es cancelar ese futuro acabando con la vida de toda la familia.
La lógica de la violencia es contundente: “Muerto el perro se acabó la rabia”. Pero la comprensión emocional de esa lógica necesita de la propia locura, de la propia pérdida de la razón, de la propia demencia.
Los 10 mandamientos de Moisés, si usted los lee detenidamente con ojos de análisis social del fenómeno, independientemente de sus contenidos religiosos que se respetan y todo, son un código de orden civilizado del caos en el que habían caído las tribus de judíos esclavos de Egipto recién liberados que vagaban por el desierto aparentemente sin futuro. Los 10 mandamientos son la constitución básica de una sociedad que se ordena bajo una ley; y la interlocutora de esa ley, aparte de la fe en un sólo Dios que les costaba tanto a los politeístas egipcios, es el control de la violencia (“No matarás, no robarás, no codiciarás las cosas ajenas…”).
Desde antes de eso, la voluntad humana ha implantado el control de la violencia con la violencia institucional de la fuerza pública armada del estado (el ejército y la policía). Y todo mundo parece estar de acuerdo al firmar, así sea a regañadientes, el contrato social del país en el que vive.
Esta es mi nación, este es mi país, esta es mi patria, ni modo.
De la misma manera los hijos de una familia aceptan como su destino las reglas del entorno familiar, ni modo.
Bueno, pues eso se ha venido relajando con los años, con la ignorancia, con la pobreza, con el abandono afectivo, con las propias exigencias que la civilización impone sobre los que gobiernan a la familia, o la deberían gobernar.
Del mismo modo que los gobiernos gradualmente han transferido las obligaciones básicas de salud, educación y mantenimiento de la comunidad a los ciudadanos, los padres y madres de familia han tenido qué transferir parte de sus responsabilidades afectivas y efectivas, a otros profesionales (y a veces simples sirvientes) contratados para el cuidado de los niños.
Eso cuando hay con qué. Cuando no, el malestar y la pobreza entran por la puerta y el amor sale por la ventana. La puerta se queda abierta para que también entre la violencia en todas las formas que todos los días aparecen en los medios de comunicación.
Mujeres golpeadas por su hombres, niños golpeados por sus madre o su padre o su hermano mayor, niñas violadas o seducidas por sus parientes mayores a veces con embarazos prematuros.
De nada sirve que se agreguen mandamientos que traten de controlar esa violencia terrorífica, espantosa y nauseabunda. Los índices siguen creciendo.
Y esa impotencia nos hace actuar violentamente contra los violentos y la violencia. Por eso la idea de volver a traer la pena de muerte.
La lógica de la violencia es brutal y contundente: “Muerto el violento, se acabó la rabia”.
Pero todos sabemos que eso es una mentira, lo es con el perro y lo es con el violento. Matar un perro rabioso no acaba con el virus de la rabia; matar a un violador o golpeador no acaba con la violencia intrafamiliar.
Con esa lógica, la destructividad rebota contra el propio estado y se instaura ahí como promotora de la mayor violencia posible. La infiltración de los gobiernos por el interés económico narco, que todo lo corrompe, y la del interés económico financiero nacional e internacional, que también todo lo corrompe como lo vemos en cada ‘crisis’ y su consecuente ‘rescate’, son las dos enfermedades más profundas de cualquier estado moderno. En realidad es una sola enfermedad: el dinero, el mercado sin supervisión, la banca impune, Cada día se muestra con mayor claridad el “Síndrome de la Economía Política”. Una sola enfermedad con varias expresiones de la misma. La violencia es sólo uno de esos síntomas.
¿Qué los componentes de la violencia física son genéticos y son culturales? Claro que lo son, señores: TODAS las conductas humanas se deben a ambos determinantes; es descubrir el agua hervida decir que lo biológico y lo social son las dos causas de la violencia, eso lo planteó al psicoanálisis desde principios del siglo pasado. Y se ratificó en la carta de respuesta de Freud a un amigo que le preguntó “¿Por qué la guerra?”, unos años antes de que la primera de dos bombas de reacción nuclear se lanzara sobre Hiroshima y Nagasaki en la II Guerra Mundial. Ese amigo se llamaba Albert Einstein.
Al final de una larga exposición, Freud le dice a su amigo Einstein: Desde épocas inmemoriales se desenvuelve en la humanidad el proceso del desarrollo de la cultura. (Sé que otros prefieren llamarla «civilización».) A este proceso debemos lo mejor que hemos llegado a ser y una buena parte de aquello a raíz de lo cual penamos. Sus ocasiones y comienzos son oscuros, su desenlace incierto, algunos de sus caracteres muy visibles. Acaso lleve a la extinción de la especie humana, pues perjudica la función sexual en más de una manera, y ya hoy las razas incultas y los estratos rezagados de la población se multiplican con mayor intensidad que los de elevada cultura. Quizás este proceso sea comparable con la domesticación de ciertas especies animales; es indudable que conlleva alteraciones corporales; pero el desarrollo de la cultura como un proceso orgánico de esa índole no ha pasado a ser todavía una representación familiar. Las alteraciones psíquicas sobrevenidas con el proceso cultural son llamativas e indubitables. Consisten en un progresivo desplazamiento de las metas pulsionales y en una limitación de las mociones pulsionales. Sensaciones placenteras para nuestros ancestros se han vuelto para nosotros indiferentes o aun insoportables; el cambio de nuestros reclamos ideales éticos y estéticos reconoce fundamentos orgánicos. Entre los caracteres psicológicos de la cultura, dos parecen los más importantes: el fortalecimiento del intelecto, que empieza a gobernar a la vida pulsional, y la interiorización de la inclinación a agredir, con todas sus consecuencias ventajosas y peligrosas. Ahora bien, la guerra contradice de la manera más flagrante las actitudes psíquicas que nos impone el proceso cultural, y por eso nos vemos precisados a sublevarnos contra ella, lisa y llanamente no la soportamos más. La nuestra no es una mera repulsa intelectual y afectiva: es en nosotros, los pacifistas, una intolerancia constitucional, una idiosincrasia extrema, por así decir. Y hasta parece que los desmedros estéticos de la guerra no cuentan mucho menos para nuestra repulsa que sus crueldades.
¿Cuánto tiempo tendremos que esperar hasta que los otros también se vuelvan pacifistas? No es posible decirlo, pero acaso no sea una esperanza utópica que el influjo de esos dos factores, el de la actitud cultural y el de la justificada angustia ante los efectos de una guerra futura, haya de poner fin a las guerras en una época no lejana. Por qué caminos o rodeos, eso no podemos colegirlo. Entretanto tenemos derecho a decirnos: todo lo que promueva el desarrollo de la cultura trabaja también contra la guerra.
Saludo a usted cordialmente, y le pido me disculpe si mi exposición lo ha desilusionado.
Eso fue en Septiembre de 1932. En 1937, Einstein le entregó a Roosevelt el proyecto de fabricación de la primera bomba nuclear que se lanzó en Hiroshima en 1945. Es la única bomba nuclear usada en una guerra real en toda la historia.
La violencia no se ha podido detener como esperaba Freud. De hecho ha crecido en intensidad y generalización en la especie humana.
No hay manera de no relacionarla con el entorno social, civilizado y cultural.
Lo que queda es defenderse de la violencia a como Dios nos dé a entender.
Por lo pronto, el mejor recurso frente a una violencia familiar es el retirarse de ahí, el cortar por lo sano y salirse de una situación irremediable que no puede ser peor que el abandono, especialmente para sus hijos. Sálvese ahora antes de que pase a mayores.
Pida ayuda a sus familiares o a las instituciones que medio funcionan todavía como el DIF o las No Gubernamentales que protegen a las mujeres golpeadas.
Con la violencia no se negocia, no hay razón ni arrepentimiento que sirva, es como una adicción, incurable, progresiva y mortal. También nosotros pedimos que nos disculpen por la desilusión causada.
http://jperezrobles.wordpress.com; VC101204Violencia.docx ;17:51;9478Car.
Violencia en la Familia (VC) - 4DIC10
La agresividad igual que la sexualidad es un instinto que no duerme.
Quien crea que puede eliminar de su sistema a la agresividad y sus manifestaciones (especialmente la violencia), se equivoca totalmente.
En días como estos, en que la emergencia de los fenómenos de la naturaleza pone en alerta a todos los mecanismos de supervivencia, los individuos muestran lo mejor y lo peor de sus contenidos emocionales, normalmente reprimidos en su vida cotidiana.
Es una especie de borrachera psico-química de adrenalina y otros componentes generados por el organismo para enfrentar las emergencias.
Y en el caso específico de la agresión y la violencia, algunos ya saben lo que hacen las borracheras de alcohol con las emociones y se pueden imaginar lo que pueden hacer las situaciones de emergencia.
Por lo pronto, en caso de tormenta en medio del mar, no se puede contradecir al capitán por muy neurótico que se le vea y toda confrontación debe ser postergada hasta volver a tocar tierra.
La supervivencia entra al frente de las prioridades y las sutilezas psicológicas se repliegan hasta que pase la situación de urgencia.
Nosotros aquí mientras tanto seguiremos platicando de estas cosas que pertenecen a la vida cotidiana, sin terremotos, sin inundaciones y sin Depresiones Tropicales.
En la vida cotidiana las únicas depresiones importantes son las asociadas con la tristeza de todos los días.
Como la tristeza que se sigue después de un ataque de violencia en el seno familiar.
Este fenómeno tan recurrente en todas las clases sociales y que es una plaga, especialmente en contra de las mujeres que dependen de sus maridos, se anida en los sujetos fundamentalmente masculinos que desbordan su agresividad, su impotencia, su ignorancia y su historia infantil sobre su pareja o sus hijos, en una fantasía de justicia que termina siendo un intento fallido de venganza.
¿De qué se venga un golpeador o un abusador?
Cree vengarse de lo que le hicieron a él, sea cierto o fantaseado es igual, durante alguna etapa infantil.
El problema es que toda esa venganza sucede en su inconsciente, como si fuera un mal sueño que se repitiera cada noche y se olvida al despertar.
El violento no recuerda que inició su violencia hace años, entonces se hace hipótesis fantásticas sobre el comportamiento de sus familiares que lo obligan a usar la violencia.
Argumenta indisciplinas, falta de servicio de la mujer, en términos de aseo, comida, lavado de ropa y las demás funciones de la vida hogareña y hablan generalmente de haber perdido la paciencia y estar cansados de ordenar mejoría y no obtenerla.
En los casos de paranoia extrema argumenta infidelidades a todas luces imposibles, con una mujer desaliñada y esclavizada a la crianza de un hijo tras otro y del trabajo del hogar que nunca termina.
Esos son los casos tradicionales de escenarios de violencia en casa.
Hoy se introducen nuevos escenarios, como son el del ingreso de la mujer y su colaboración económica.
Lo que empieza como una comodidad para el golpeador, termina siendo una condición castrante que genera indignaciones que el alcohol se encargará de estimular. Y la mujer que trabaja y se atreve a ganar más que el marido, lo cual en estos tiempos no es nada raro, se vuelve el blanco de acusaciones (falsas o reales es lo de menos) de infidelidad, de abuso de su libertad, de abandono de sus obligaciones caseras incluyendo a veces las sexuales que dejaron de ser atractivas en un hombre frustrado con su condición empequeñecida frente a su pareja… etc., etc.
En algunos casos minoritarios, la fantasía de venganza no se reduce al hombre, sino que también se da en algunas mujeres exitosas que sin saberlo ponen en el campo de la justicia feminista la recuperación de derechos humanos perdidos durante milenios en manos del patriarcado ancestral y la incorporan a las discusiones en el terreno de la lucha de poder en la pareja.
El problema es que cuando la guerra de los sexos entra por la puerta de la recámara, el acceso al placer sale por la ventana.
Y la violencia del hombre aparece como respuesta a la agresión no-violenta y pasiva de la mujer enfrentada con su poder al macho.
El resultado final sigue siendo el mismo, la violencia intrafamiliar cobra otra víctima más y todo será cuestión de tiempo antes de que esta pareja se separe o se cause daños irreversibles o se convierta en una nota roja más.
Y los daños que la guerra familiar, como cualquier otra guerra, causa a la prole, a los menores, garantiza las guerras del futuro cuando sean adultos.
http://jperezrobles.wordpress.com; VC101204ViolenFam.docx ;17:43;3876Car.
Quien crea que puede eliminar de su sistema a la agresividad y sus manifestaciones (especialmente la violencia), se equivoca totalmente.
En días como estos, en que la emergencia de los fenómenos de la naturaleza pone en alerta a todos los mecanismos de supervivencia, los individuos muestran lo mejor y lo peor de sus contenidos emocionales, normalmente reprimidos en su vida cotidiana.
Es una especie de borrachera psico-química de adrenalina y otros componentes generados por el organismo para enfrentar las emergencias.
Y en el caso específico de la agresión y la violencia, algunos ya saben lo que hacen las borracheras de alcohol con las emociones y se pueden imaginar lo que pueden hacer las situaciones de emergencia.
Por lo pronto, en caso de tormenta en medio del mar, no se puede contradecir al capitán por muy neurótico que se le vea y toda confrontación debe ser postergada hasta volver a tocar tierra.
La supervivencia entra al frente de las prioridades y las sutilezas psicológicas se repliegan hasta que pase la situación de urgencia.
Nosotros aquí mientras tanto seguiremos platicando de estas cosas que pertenecen a la vida cotidiana, sin terremotos, sin inundaciones y sin Depresiones Tropicales.
En la vida cotidiana las únicas depresiones importantes son las asociadas con la tristeza de todos los días.
Como la tristeza que se sigue después de un ataque de violencia en el seno familiar.
Este fenómeno tan recurrente en todas las clases sociales y que es una plaga, especialmente en contra de las mujeres que dependen de sus maridos, se anida en los sujetos fundamentalmente masculinos que desbordan su agresividad, su impotencia, su ignorancia y su historia infantil sobre su pareja o sus hijos, en una fantasía de justicia que termina siendo un intento fallido de venganza.
¿De qué se venga un golpeador o un abusador?
Cree vengarse de lo que le hicieron a él, sea cierto o fantaseado es igual, durante alguna etapa infantil.
El problema es que toda esa venganza sucede en su inconsciente, como si fuera un mal sueño que se repitiera cada noche y se olvida al despertar.
El violento no recuerda que inició su violencia hace años, entonces se hace hipótesis fantásticas sobre el comportamiento de sus familiares que lo obligan a usar la violencia.
Argumenta indisciplinas, falta de servicio de la mujer, en términos de aseo, comida, lavado de ropa y las demás funciones de la vida hogareña y hablan generalmente de haber perdido la paciencia y estar cansados de ordenar mejoría y no obtenerla.
En los casos de paranoia extrema argumenta infidelidades a todas luces imposibles, con una mujer desaliñada y esclavizada a la crianza de un hijo tras otro y del trabajo del hogar que nunca termina.
Esos son los casos tradicionales de escenarios de violencia en casa.
Hoy se introducen nuevos escenarios, como son el del ingreso de la mujer y su colaboración económica.
Lo que empieza como una comodidad para el golpeador, termina siendo una condición castrante que genera indignaciones que el alcohol se encargará de estimular. Y la mujer que trabaja y se atreve a ganar más que el marido, lo cual en estos tiempos no es nada raro, se vuelve el blanco de acusaciones (falsas o reales es lo de menos) de infidelidad, de abuso de su libertad, de abandono de sus obligaciones caseras incluyendo a veces las sexuales que dejaron de ser atractivas en un hombre frustrado con su condición empequeñecida frente a su pareja… etc., etc.
En algunos casos minoritarios, la fantasía de venganza no se reduce al hombre, sino que también se da en algunas mujeres exitosas que sin saberlo ponen en el campo de la justicia feminista la recuperación de derechos humanos perdidos durante milenios en manos del patriarcado ancestral y la incorporan a las discusiones en el terreno de la lucha de poder en la pareja.
El problema es que cuando la guerra de los sexos entra por la puerta de la recámara, el acceso al placer sale por la ventana.
Y la violencia del hombre aparece como respuesta a la agresión no-violenta y pasiva de la mujer enfrentada con su poder al macho.
El resultado final sigue siendo el mismo, la violencia intrafamiliar cobra otra víctima más y todo será cuestión de tiempo antes de que esta pareja se separe o se cause daños irreversibles o se convierta en una nota roja más.
Y los daños que la guerra familiar, como cualquier otra guerra, causa a la prole, a los menores, garantiza las guerras del futuro cuando sean adultos.
http://jperezrobles.wordpress.com; VC101204ViolenFam.docx ;17:43;3876Car.
martes, 7 de diciembre de 2010
Insurgencia - 7DIC10
El Comandante Miguel declara: “Somos ciudadanos, empresarios y propietarios rurales, hartos de la incapacidad de las autoridades de todos los niveles para darnos la seguridad y tranquilidad necesarias para poder desarrollar nuestro trabajo y nuestras vidas en comunidad y en familia.
“Vivimos en una época en la que, por desgracia, el gobierno ya no puede controlar los grupos criminales; en la que muchos empresarios y políticos se han convertido en socios y sirvientes de las mafias que asolan a nuestro país y a nuestro estado; y en la que la mayoría de la propia gente se hace tonta, a pesar de que ya no podemos tener tranquilidad, bajo el acecho constante de los criminales.
“Padecemos un tiempo en que la impunidad ha convertido nuestro país en un paraíso para los malvivientes; y en que la miseria moral y la mediocridad, junto al cinismo y la ambición desmedida de los gobernantes, son los signos distintivos de la vida cotidiana.
“Nadie nos protege, nadie nos escucha, nadie se preocupa por la gente de trabajo; nosotros no podemos generar riqueza, como nación, si no tenemos un gobierno decente que asuma su papel y que se haga respetar por los grupos sociales, y que elimine a los grupos del crimen organizado aplicando la ley de manera correcta pero inflexible.
“La justicia es pervertida todos los días, a cada momento; los inocentes van a la cárcel y los criminales andan libres.
“Muchos gobernadores, presidentes, jueces, comandantes, generales, policías y almirantes, negocian, se asocian y conviven con los criminales que azotan a la sociedad.
“No podemos recurrir a ellos, porque nos traicionan y nos mandan matar utilizando a los ejércitos de sicarios que tienen con sus socios, los narcotraficantes, los secuestradores y los extorsionadores. Esto se tiene que terminar algún día, pero mientras la sociedad despierta y por medio de las elecciones pone a un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, tendremos que tomar medidas para defender nuestro patrimonio, nuestra vida y a nuestras familias.
“Ya no más impunidad, el personal organizado en comandos de ajusticiamiento, adiestrado, concientizado, adoctrinado y pagado por nosotros, procederá desde ahora a vigilar permanentemente a todo criminal y a quienes desde la vida privada o pública, se asocien con los delincuentes para hacernos daño”
“En el nombre sea de Dios. Comandante Miguel”. [Proceso, Morelia, 2010-10-15]
No creemos que un proyecto de esta naturaleza remedie nada ni en Michoacán donde se da la nota, ni en Sinaloa donde se lee. De hecho, los grupos paramilitares siempre han empeorado las cosas cuando tienen éxito.
Pensándolo bien... Pero no deja de ser un signo importante de la dirección de "insurgencia” que está tomando la escalada de violencia y corrupción.
http://jperezrobles.wordpress.com/blog; PB101207Insurgencia.docx; 11:49; 2437Car
“Vivimos en una época en la que, por desgracia, el gobierno ya no puede controlar los grupos criminales; en la que muchos empresarios y políticos se han convertido en socios y sirvientes de las mafias que asolan a nuestro país y a nuestro estado; y en la que la mayoría de la propia gente se hace tonta, a pesar de que ya no podemos tener tranquilidad, bajo el acecho constante de los criminales.
“Padecemos un tiempo en que la impunidad ha convertido nuestro país en un paraíso para los malvivientes; y en que la miseria moral y la mediocridad, junto al cinismo y la ambición desmedida de los gobernantes, son los signos distintivos de la vida cotidiana.
“Nadie nos protege, nadie nos escucha, nadie se preocupa por la gente de trabajo; nosotros no podemos generar riqueza, como nación, si no tenemos un gobierno decente que asuma su papel y que se haga respetar por los grupos sociales, y que elimine a los grupos del crimen organizado aplicando la ley de manera correcta pero inflexible.
“La justicia es pervertida todos los días, a cada momento; los inocentes van a la cárcel y los criminales andan libres.
“Muchos gobernadores, presidentes, jueces, comandantes, generales, policías y almirantes, negocian, se asocian y conviven con los criminales que azotan a la sociedad.
“No podemos recurrir a ellos, porque nos traicionan y nos mandan matar utilizando a los ejércitos de sicarios que tienen con sus socios, los narcotraficantes, los secuestradores y los extorsionadores. Esto se tiene que terminar algún día, pero mientras la sociedad despierta y por medio de las elecciones pone a un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, tendremos que tomar medidas para defender nuestro patrimonio, nuestra vida y a nuestras familias.
“Ya no más impunidad, el personal organizado en comandos de ajusticiamiento, adiestrado, concientizado, adoctrinado y pagado por nosotros, procederá desde ahora a vigilar permanentemente a todo criminal y a quienes desde la vida privada o pública, se asocien con los delincuentes para hacernos daño”
“En el nombre sea de Dios. Comandante Miguel”. [Proceso, Morelia, 2010-10-15]
No creemos que un proyecto de esta naturaleza remedie nada ni en Michoacán donde se da la nota, ni en Sinaloa donde se lee. De hecho, los grupos paramilitares siempre han empeorado las cosas cuando tienen éxito.
Pensándolo bien... Pero no deja de ser un signo importante de la dirección de "insurgencia” que está tomando la escalada de violencia y corrupción.
http://jperezrobles.wordpress.com/blog; PB101207Insurgencia.docx; 11:49; 2437Car
lunes, 6 de diciembre de 2010
Palabras en sepia - 6DIC10
Alfonso Orejel presentó su libro de poemas premiado con el Owen de Mazatlán en 2008, en la 9a Feria del Libro de Los Mochis.
Eliud Velázquez y René Higuera se encargaron de los honores con dignidad y decoro.
Nuestro Poncho dijo sus poemas. La mitad del auditorio lloró y sonrió alternativamente; la otra mitad mintió como siempre.
Poncho Orejel ha crecido ante nuestros ojos y no nos habíamos dado cuenta, hasta que vimos estas viejas fotos descoloridas que nos mostró.
Orejel tiene dos interlocutoras a las que frecuentemente enfrenta:
Una es la muerte, sea por el asalto prematuro y masivo en su infancia del morir de otros, o por la conciencia, renegada en su madurez, del morir propio.
La otra es la locura adulta; esa sin-razón que despedaza fantasías y deseos infantiles sin piedad; sombras asesinas de ideas que obligan a la construcción de tapancos, colchas y muros de cartón, para poder escribir, como loco, años después, su denuncia: valiente, íntima, justa.
Esta es la prueba:
‘Principio’
Nunca puse un barco de papel/ sobre la piel de un río.
No colgué del viento un papalote.
Vi pasar el tercer strike/ con el bat al hombro.
Jamás pude jinetear/ una bicicleta.
Lo mío fue la imaginación:/ la épicas batallas medievales,/ los duelos del viejo Oeste,/ la ruidosa carcajada de los muertos.
Hice un refugio en el tapanco/ y lo atrincheré con colchas,/ cartones y un gran muro/ de silencio.
Las tardes más felices/ transcurrieron ahí,/ aislado del mundo/ no penando por nadie.
Con la lengua mojaba mi dedo/ para hojear el Kalimán/ o Ben Hur ilustrado.
Aquella isla me permitía/ estar a solas/ con ese desconocido/ que era yo mismo.
Quería ser veterinario/ para sentir la húmeda/ ternura de los perros,/ comer chocolates/ hasta la saciedad y más allá,/ no ser el último en llegar/ en la carrera, no morir a los ocho años,/ como mi hermano Juan,/ solo eso.
Pero esa eternidad/ era interrumpida por los gritos/ de mi madre.
Escribí sobre el polvo/ que cubría la enciclopedia/ las primeras palabras/ que verdaderamente/ me pertenecieron.
Nunca tuve nostalgia/ del porvenir/ ni quería ser feliz,/ solo ser niño.
Luego me apuraron a crecer / mis profesores de Moral.
Alguien me condenó/ por seguir siendo niño/ a los trece años/ y mi escondite se llenó/ de maniquíes mutilados/ que nunca perdieron/ la sonrisa.
A veces tengo la certeza de que escribo, / como un loco,/ a solas.
Miro hacia atrás, y me estremezco/ con mi única certeza:/ durante toda mi vida/ he tratado de ser fiel/ a los sueños/ de ese niño. [Alfonso Orejel, Palabras en Sepia, Instituto Sinaloense de Cultura, Culiacán, 2010]
Déjense de cosas, Alfonso Orejel es un poeta adulto ante propios y extraños.
Pensándolo bien... Un poeta que no necesita traicionar a su niñez para serlo.
http://jperezrobles.wordpress.com/ ; PM101205Sepia.docx ;19:28;2399Car.
Eliud Velázquez y René Higuera se encargaron de los honores con dignidad y decoro.
Nuestro Poncho dijo sus poemas. La mitad del auditorio lloró y sonrió alternativamente; la otra mitad mintió como siempre.
Poncho Orejel ha crecido ante nuestros ojos y no nos habíamos dado cuenta, hasta que vimos estas viejas fotos descoloridas que nos mostró.
Orejel tiene dos interlocutoras a las que frecuentemente enfrenta:
Una es la muerte, sea por el asalto prematuro y masivo en su infancia del morir de otros, o por la conciencia, renegada en su madurez, del morir propio.
La otra es la locura adulta; esa sin-razón que despedaza fantasías y deseos infantiles sin piedad; sombras asesinas de ideas que obligan a la construcción de tapancos, colchas y muros de cartón, para poder escribir, como loco, años después, su denuncia: valiente, íntima, justa.
Esta es la prueba:
‘Principio’
Nunca puse un barco de papel/ sobre la piel de un río.
No colgué del viento un papalote.
Vi pasar el tercer strike/ con el bat al hombro.
Jamás pude jinetear/ una bicicleta.
Lo mío fue la imaginación:/ la épicas batallas medievales,/ los duelos del viejo Oeste,/ la ruidosa carcajada de los muertos.
Hice un refugio en el tapanco/ y lo atrincheré con colchas,/ cartones y un gran muro/ de silencio.
Las tardes más felices/ transcurrieron ahí,/ aislado del mundo/ no penando por nadie.
Con la lengua mojaba mi dedo/ para hojear el Kalimán/ o Ben Hur ilustrado.
Aquella isla me permitía/ estar a solas/ con ese desconocido/ que era yo mismo.
Quería ser veterinario/ para sentir la húmeda/ ternura de los perros,/ comer chocolates/ hasta la saciedad y más allá,/ no ser el último en llegar/ en la carrera, no morir a los ocho años,/ como mi hermano Juan,/ solo eso.
Pero esa eternidad/ era interrumpida por los gritos/ de mi madre.
Escribí sobre el polvo/ que cubría la enciclopedia/ las primeras palabras/ que verdaderamente/ me pertenecieron.
Nunca tuve nostalgia/ del porvenir/ ni quería ser feliz,/ solo ser niño.
Luego me apuraron a crecer / mis profesores de Moral.
Alguien me condenó/ por seguir siendo niño/ a los trece años/ y mi escondite se llenó/ de maniquíes mutilados/ que nunca perdieron/ la sonrisa.
A veces tengo la certeza de que escribo, / como un loco,/ a solas.
Miro hacia atrás, y me estremezco/ con mi única certeza:/ durante toda mi vida/ he tratado de ser fiel/ a los sueños/ de ese niño. [Alfonso Orejel, Palabras en Sepia, Instituto Sinaloense de Cultura, Culiacán, 2010]
Déjense de cosas, Alfonso Orejel es un poeta adulto ante propios y extraños.
Pensándolo bien... Un poeta que no necesita traicionar a su niñez para serlo.
http://jperezrobles.wordpress.com/ ; PM101205Sepia.docx ;19:28;2399Car.
miércoles, 1 de diciembre de 2010
La Ingeniería del Consumo - 1DIC10
La ingeniería del consumo ha llegado a extremos en la manipulación de las necesidades instintivas e inconscientes de los consumidores.
Antes de ir de compras, coma algo; nunca vaya al mall o al súper con hambre, si no quiere gastar de más.
Todo el acomodo aparentemente ingenuo de un supermercado moderno está diseñado para que usted gaste más que lo que pensaba.
Por ejemplo, si usted no encontró nada y quiere salir con las manos vacías, tiene qué salir por la caja; y si hay línea de carritos o señores/as anchos no podrá pasar y tendrá que irse a la cola para poder salir sin pagar nada. Qué vergüenza ¿no?; por tanto usted tendrá la compulsión de comprar algo de las chucherías inútiles que están al lado de la línea de espera; misión cumplida.
Cuando buscaba lápices o plumas pasó por donde están las impresoras y vio una a la mitad de precio y con más funciones que las otras a los lados. ¿No se habrán equivocado? En realidad no se equivocan nunca, sino que ponen de carnada las impresoras caras, que no se les vendieron en todo el año, al lado de la nueva y desechable impresora barata ‘made in Singapur’ cuyo negocio está en los carísimos cartuchos de tinta, que necesitará reponer dentro de dos semanas porque el incluido trae la mitad de lo normal.
¿Sabe por qué los alimentos están siempre hasta el final de toda la tienda? Porque, para poder llegar a donde está lo estrictamente necesario para comer, usted pase primero por la electrónica, la ropita, joyería, aspiradoras y demás cosas que normalmente necesitarían un proyecto de compra en casa antes de venir; pero aquí está el canto de las sirenas con ofertas repentinas y asombrosas. Si usted no sabe hacer comparaciones de precios y calidades en otras tiendas, será atrapado por el diseño de ingeniería del consumo.
Si no lleva la lista de cosas que pensó comprar es presa aun más fácil, porque no se podrá constreñir a su lista dado que la memoria es una fiel traicionera.
Si se metió con hambre, no solo querrá comprar más comida, sino que también se desplaza el deseo al consumo general aunque no sean alimentos; y al llegar a casa se preguntará ¿Por qué compré esta licuadora si la que tengo está vieja pero buenísma?
En toda esta temporada de intenso consumo, use el mismo criterio que usa cuando va al mercadito tradicional o a la expo de artesanías: use la sana práctica de la sospecha del consumidor.
Lo mismo haga con las ofertas telefónicas: usted no necesita dar explicaciones de nada a ningún vendedor, tiene el derecho a decir NO, colgar y ya.
Es más, si puede haga sus compras de invierno hasta enero o febrero y seguramente le irá mejor.
Pensándolo bien... Cuide su dinerito; (si de por sí...)
http://jperezrobles.wordpress.com/blog; PB101201Consumo.docx; 20:05; 2328Car.
Antes de ir de compras, coma algo; nunca vaya al mall o al súper con hambre, si no quiere gastar de más.
Todo el acomodo aparentemente ingenuo de un supermercado moderno está diseñado para que usted gaste más que lo que pensaba.
Por ejemplo, si usted no encontró nada y quiere salir con las manos vacías, tiene qué salir por la caja; y si hay línea de carritos o señores/as anchos no podrá pasar y tendrá que irse a la cola para poder salir sin pagar nada. Qué vergüenza ¿no?; por tanto usted tendrá la compulsión de comprar algo de las chucherías inútiles que están al lado de la línea de espera; misión cumplida.
Cuando buscaba lápices o plumas pasó por donde están las impresoras y vio una a la mitad de precio y con más funciones que las otras a los lados. ¿No se habrán equivocado? En realidad no se equivocan nunca, sino que ponen de carnada las impresoras caras, que no se les vendieron en todo el año, al lado de la nueva y desechable impresora barata ‘made in Singapur’ cuyo negocio está en los carísimos cartuchos de tinta, que necesitará reponer dentro de dos semanas porque el incluido trae la mitad de lo normal.
¿Sabe por qué los alimentos están siempre hasta el final de toda la tienda? Porque, para poder llegar a donde está lo estrictamente necesario para comer, usted pase primero por la electrónica, la ropita, joyería, aspiradoras y demás cosas que normalmente necesitarían un proyecto de compra en casa antes de venir; pero aquí está el canto de las sirenas con ofertas repentinas y asombrosas. Si usted no sabe hacer comparaciones de precios y calidades en otras tiendas, será atrapado por el diseño de ingeniería del consumo.
Si no lleva la lista de cosas que pensó comprar es presa aun más fácil, porque no se podrá constreñir a su lista dado que la memoria es una fiel traicionera.
Si se metió con hambre, no solo querrá comprar más comida, sino que también se desplaza el deseo al consumo general aunque no sean alimentos; y al llegar a casa se preguntará ¿Por qué compré esta licuadora si la que tengo está vieja pero buenísma?
En toda esta temporada de intenso consumo, use el mismo criterio que usa cuando va al mercadito tradicional o a la expo de artesanías: use la sana práctica de la sospecha del consumidor.
Lo mismo haga con las ofertas telefónicas: usted no necesita dar explicaciones de nada a ningún vendedor, tiene el derecho a decir NO, colgar y ya.
Es más, si puede haga sus compras de invierno hasta enero o febrero y seguramente le irá mejor.
Pensándolo bien... Cuide su dinerito; (si de por sí...)
http://jperezrobles.wordpress.com/blog; PB101201Consumo.docx; 20:05; 2328Car.
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