La ingeniería del consumo ha llegado a extremos en la manipulación de las necesidades instintivas e inconscientes de los consumidores.
Antes de ir de compras, coma algo; nunca vaya al mall o al súper con hambre, si no quiere gastar de más.
Todo el acomodo aparentemente ingenuo de un supermercado moderno está diseñado para que usted gaste más que lo que pensaba.
Por ejemplo, si usted no encontró nada y quiere salir con las manos vacías, tiene qué salir por la caja; y si hay línea de carritos o señores/as anchos no podrá pasar y tendrá que irse a la cola para poder salir sin pagar nada. Qué vergüenza ¿no?; por tanto usted tendrá la compulsión de comprar algo de las chucherías inútiles que están al lado de la línea de espera; misión cumplida.
Cuando buscaba lápices o plumas pasó por donde están las impresoras y vio una a la mitad de precio y con más funciones que las otras a los lados. ¿No se habrán equivocado? En realidad no se equivocan nunca, sino que ponen de carnada las impresoras caras, que no se les vendieron en todo el año, al lado de la nueva y desechable impresora barata ‘made in Singapur’ cuyo negocio está en los carísimos cartuchos de tinta, que necesitará reponer dentro de dos semanas porque el incluido trae la mitad de lo normal.
¿Sabe por qué los alimentos están siempre hasta el final de toda la tienda? Porque, para poder llegar a donde está lo estrictamente necesario para comer, usted pase primero por la electrónica, la ropita, joyería, aspiradoras y demás cosas que normalmente necesitarían un proyecto de compra en casa antes de venir; pero aquí está el canto de las sirenas con ofertas repentinas y asombrosas. Si usted no sabe hacer comparaciones de precios y calidades en otras tiendas, será atrapado por el diseño de ingeniería del consumo.
Si no lleva la lista de cosas que pensó comprar es presa aun más fácil, porque no se podrá constreñir a su lista dado que la memoria es una fiel traicionera.
Si se metió con hambre, no solo querrá comprar más comida, sino que también se desplaza el deseo al consumo general aunque no sean alimentos; y al llegar a casa se preguntará ¿Por qué compré esta licuadora si la que tengo está vieja pero buenísma?
En toda esta temporada de intenso consumo, use el mismo criterio que usa cuando va al mercadito tradicional o a la expo de artesanías: use la sana práctica de la sospecha del consumidor.
Lo mismo haga con las ofertas telefónicas: usted no necesita dar explicaciones de nada a ningún vendedor, tiene el derecho a decir NO, colgar y ya.
Es más, si puede haga sus compras de invierno hasta enero o febrero y seguramente le irá mejor.
Pensándolo bien... Cuide su dinerito; (si de por sí...)
http://jperezrobles.wordpress.com/blog; PB101201Consumo.docx; 20:05; 2328Car.
miércoles, 1 de diciembre de 2010
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