Soy una figura molesta pero necesaria. Mi papel se presta más a la censura que al elogio.
Y es natural, el crítico es el aguafiestas, el villano de película del Oeste, el resentido, el amargado, el ogro y la bruja de los cuentos de niños, el viejo sucio que viola a la chica indefensa, el maniático, el doctor Jekyll y míster Hyde: en pocas palabras, el que exige a los demás que se arriesguen mientras él mira los toros desde la barrera.
Si lo anterior fuese cierto, el oficio del crítico estaría más próximo al mundo de la delincuencia que a la ley de responsabilidades. Y yo creo que la crítica es (o debería ser) una profesión como otra cualquiera, con sus derechos y obligaciones.
En el caso concreto de México, la literatura casi no tiene nada que ofrecer. En primer término porque su misión específica es reducida: se concreta a mostrar y no a remediar.
Pensar que la literatura entre nosotros llega al pueblo es una mentira: el pueblo no sabe leer, y los que saben aún no pueden ir más allá de los comics y las fotonovelas; además, el libro es caro, casi un objeto de lujo. En definitiva, la literatura mexicana se
desenvuelve dentro de un círculo vicioso burgués: la escribimos los burgueses, la leemos los burgueses y la criticamos los burgueses. Todo queda en familia.
Si en los años cincuenta mi compromiso pudo calificarse de elitista, de pequeñoburgués, de avanzado en el terreno de la estética y reaccionario en el campo de las ideas políticas; si en los sesenta, setenta y ochenta no hice nada, salvo los retóricos
golpes de pecho, para modificar sustancialmente mi actitud, que siguió siendo la de escribir para unos cuantos que eran, como yo y la mayor parte de mis compañeros de generación, los “exquisitos”, con gran congoja para mi sensibilidad bien intencionada y
socializante.
Hoy creo que ese compromiso se ha clarificado: ya no le pido peras al olmo, ya no me exijo pensar y sentir como un proletario cuando estoy convencido que soy un burgués. Ya no me hago ilusiones: la literatura no va a salvar en general al mundo y en particular al hombre, al hombre que tiene un nombre y un apellido, tan sólo le va a ofrecer una larga cadena de pistas que le permita conocer el amor y el desconsuelo. [emmanuelcarballo.com, 2010-12-13]
Pensándolo bien... Emmanuel Carballo: un crítico honesto, tal vez el último intelectual mexicano en confrontación con la realidad. El resto miente...
http://jperezrobles.wordpress.com/ ; PM1012103ECarballo.docx ;18:03;2105Car
lunes, 13 de diciembre de 2010
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