jueves, 12 de agosto de 2010

Reforma resbalosa - 12 AGO 10

Una persona inocente en México puede ser encarcelada sólo porque alguien, quizá sin pruebas, lo acuse de algún delito. La víctima de un crimen está a merced de la voluntad de Ministerios Públicos poco profesionales, en tanto que los jueces emiten sentencias en absoluta opacidad y sin que nadie revise sus resoluciones antes o al momento de ser emitidas. Todo esto es posible porque el grueso de la reforma penal aprobada en 2007 sigue sin ser implementada por los gobiernos estatales y el federal.

La reforma, cuya puesta en marcha tendría que estar concluida en 2015, busca evitar larguísimos procesos penales a través de conciliaciones. Resta poder al Ministerio Público y faculta a las víctimas a solicitar directamente al juez su intervención. Incluye la figura de juicios públicos y orales para que el desahogo de pruebas se realice en una sola audiencia, con juez presente, de tal forma que las resoluciones no dependan de engorrosos trámites sino de debates transparentes y equitativos.

El espíritu original de la ley hace que valga la pena rebatir a los detractores, quienes juegan fácilmente con la palabra fracaso. Una cosa sería que la norma fuera inaplicable y otra que en el actual contexto de criminalidad y lucha encarnizada contra los cárteles sea difícil transformar el sistema de justicia.

Se necesita pericia para cambiar las llantas del carro judicial mientras éste se encuentra en marcha, de eso no cabe duda. Pero no sólo es una opción deseable, sino la única posible. Por ello hay que identificar responsables y razones de los errores en la instrumentación de la reforma, empezando con los jueces sin rostro y los Ministerios Públicos, quienes todavía no terminan por convertirse en fiscales del pueblo.

Quizá el error más grave sea el de la falta de aplicación de la extinción de dominio aprobada en 2007. Si hay un sector propenso al lavado de dinero criminal ese es precisamente el de la compraventa de bienes inmuebles. Existen miles de hoteles vacíos y mansiones, sobre todo en el norte del país, que siguen perteneciendo a los delincuentes organizados y a sus familias.

Basta ya de lamentaciones. Cuando hay una verdadera voluntad política las acciones se planean para ir lo más lejos posible, aunque sea muy difícil. [Editorial, El Universal, 2010-08-12]

Pensándolo bien... Esta parece ser una reforma penal sospechosamente resbalosa, ¿no?
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