martes, 31 de agosto de 2010

Poncio Pilatos - 31 AGO 10

¿Cuántas veces hemos escuchado a los secretarios de Estado en el presente sexenio, o al propio presidente Felipe Calderón, hablar de la importancia de la legalidad? ¿Cuántas veces se negaron a hacer lo que otros sectores consideraban “justo” bajo el principio de que la Constitución debe respetarse? Y, sin embargo, buena parte de los problemas del país se deben a que los gobiernos, incluido el federal, se hacen de la “vista gorda” o, como Poncio Pilatos, se lavan las manos en el cumplimiento de la ley. [El Universal, 2010-08-31]

Poncio Pilatos era un cónsul Romano en Judea, su mejor posición política y jurídica era la abstención; y dejó la decisión de crucificar a Jesús a los judíos, cuyos fariseos clamaban por la muerte de Cristo.

2000 años después, el Ejecutivo de cualquier república democrática está obligado a obedecer a la letra y el espíritu de su constitución política y laica.

Y ahí es cuando la fe resulta ser un conflicto de interés para un gobernante activista religioso.

De hecho, a quienes hoy les tocaría lavarse las manos como cónsules de Roma, es a los Cardenales, cuando de violaciones a la Constitución se trate.

Pensándolo bien... Como sería la sospecha de violación a su mandato constitucional, por omisión o impunidad, de algunos funcionarios.
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