Entre los múltiples fenómenos difíciles de explicar, durante esta demencia generalizada que las pugnas electorales introducen a la sociedad, está el fenómeno de la negación psicológica: el deseo de que lo que sucedió nunca hubiera sucedido, y que es llevado al terreno de la realidad para imponérselo.
Los niños pueden practicar la negación como mecanismo de defensa contra el displacer, y pueden someter al olvido absoluto, con una intensa represión, aquellos eventos en los que el sufrimiento por abandono o maltrato sea insoportable. En los niños es un mecanismo legítimo y explicable; en los adultos comunes es un síntoma.
El “Diccionario de Psicoanálisis” dice la “Anulación Retroactiva es un Mecanismo psicológico mediante el cual el sujeto se esfuerza en actuar como si pensamientos, palabras, gestos o actos pasados no hubieran ocurrido nunca; para ello utiliza un pensamiento o un comportamiento dotados de una significación contraria. Se trata de una compulsión de tipo ‘mágico’ particularmente característica de la neurosis obsesiva”.
Cuando los adultos recurrimos a la negación de los propios actos ya pasados obedecemos a una 'regresión' a la etapa infantil en la que ese mecanismo fue exitoso para liberarnos de un malestar concreto. Pero al hacerlo ahora nos comportamos infantilmente y nuestros interlocutores lo notan, aunque nosotros mismos no: y, muy especialmente en el caso de los candidatos políticos tan a la vista de todo el mundo, resulta fácil que se les vea la ropa interior sin darse cuenta.
Que esto nos suceda en alguna ocasión esporádica o en eventos de poca importancia es parte de la vida cotidiana normal; pero cuando la frecuencia es significativa o la importancia es grave, entonces el mecanismo sobrepasa sus propios límites y fracasa en su propósito. Exacto, como en una campaña.
Estos tiempos de neurosis exacerbada por las exigencias ideológicas en lo que desde hace mucho se conoce en los medios con el eufemismo de “la pasión política” y que no es otra cosa que un lapso de exageración de la neurosis cotidiana normal, causada por los juegos de poder, como sucede en la guerra, en el golpe de estado o en cualquier otra emergencia social, son los tiempos en los que la cultura, la preservadora de la civilización, da un paso atrás para permitir que la pasión se apodere de actores y espectadores por igual.
Y cuando esto se da en algún político que aspira a gobernarnos, adquiere una peligrosidad multiplicada por el número de habitantes.
Por tanto, al menos mientras pasa el huracán electoral, tal vez habría que ser más cuidadosos de nosotros mismos y nuestras sacrosantas pasiones, cuando pretenden ocultar lo inocultable.
Eso lo dije aquí hace 10 años. [JPR, PB000525, 2000-05-25]
Hoy predice el Dr. Kumate, en campaña por el PRI, que “solo borrachos o drogados” los sinaloenses votarían por el PAN.
Pensándolo bien... Hoy, no lo creo pero, ¿qué pasaría si dada la estadística de ingesta de cerveza en Sinaloa resultara (con científica pena ajena y todo) que esos mismos cervezafílicos terminaran votando por el PRI?
http://jperezrobles.spaces.live.com; PB100525PasionNegacion.docx ;16:53;2698Car.
lunes, 17 de mayo de 2010
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