Aunque los límites de la realidad están claros en la actualidad [2000], por alguna inercia, las generaciones más viejas no alcanzan a verlos, y establecen sus luchas en universos muy alejados de la realidad circundante, lo que redunda en acuerdos igualmente disparatados. Es como si no soportaran la complejidad de la realidad.
Algunos de los límites de la realidad difíciles de ver son los siguientes:
- Cuando menos la mitad de los mexicanos son pobres y la mitad de esa mitad son extremadamente pobres, y en el otro polo algunas empresas privadas mexicanas están entre las más ricas del mundo.
- La corrupción en el país es la vía regia del lavado de dinero, es el obstáculo al desarrollo económico y el sostén de la delincuencia organizada.
- La violencia introducida por el crimen organizado no solo rebasa, sino controla la acción de la justicia en función de las necesidades de los EU y las consecuentes respuestas nacionales.
- La política oficial de los partidos es apenas un patético reflejo de las luchas políticas reales en la sociedad, éstas están cada vez más determinadas por la distribución de la riqueza que por la democracia.
- El discurso de los medios de comunicación, consciente e inconscientemente, está reduciendo cada día más su universo de información a cualquier cosa que produzca escándalo (ahora se dice resultados), alejándose cada vez más de cualquier cosa que produzca conciencia.
- La comunicación transgeneracional es nula, a pesar de algunos signos culturales de los jóvenes por tratar de entender a los viejos.
- El capitalismo se sigue interpretando desde el gobierno como lo que usted quiera, siempre que sirva a los intereses de EU, quienes según esto, mágicamente nos regalarán su dádiva en retorno, porque todo sacrificio será premiado por la divina providencia norteamericana, la que responde con un mayor maltrato a los indocumentados y un menor precio a los granos.
- El empleo decrece y la producción de conocimiento también.
- La educación, como productora de conocimiento, es nula.
- El desarrollo económico no alcanza a producir el empleo necesario para poder ser un país sin la vergüenza por la miseria de la mitad o sin la envidia por la mitad que apenas la hizo.
La lista de límites reales es mucho más grande y no tiene solución en las condiciones actuales.
Somos un país en estado de emergencia crónica y eso no parece ser visible por los viejos, más que en términos de pleito electoral.
La historia, supuestamente muerta, no solo goza de cabal salud, sino que nos está cayendo encima.
¿Necesitaremos llamarle a las cosas por su nombre y ponernos de acuerdo en los límites de nuestra realidad? [JPR, PB, 2000-05-05].
Pensándolo bien... Si usted cree que algo de esto ha cambiado desde hace 10 años, lo felicitamos por su optimismo...
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lunes, 10 de mayo de 2010
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