martes, 14 de septiembre de 2010

El pecado del capital - 14 SEP 10

Por más racionalizaciones que se hagan y por más que usted le quiera adjudicar la responsabilidad por la pobreza del mundo al PRI, al PAN o PRD, a la Iglesia Católica, al narco mexicano, a la corrupción mexicana o hasta los 200 años de costumbres de los mexicanos “que dejan todo para el último y no pagan”, es imposible dejar de pensar que el pecado capital del mundo es... el capital.

No tanto el capital invertido en medios de producción, sino el capital por excelencia: el capital financiero, la moneda, el dinero con su misteriosa capacidad de multiplicarse por el tiempo, como si tuviera el don divino de inflarse a soplos de tasa de interés.

El pensamiento (y la ideología) representante del capital tiene tal capacidad para mentir que a diario los voceros repiten, como aves parlantes en peligro de extinción, que las medidas económicas mundiales de globalización, así como se han dado, no tiene nada que ver con el crecimiento de la pobreza los últimos 30 años.

Que los enormes gastos policiaco-militares de los gobiernos pobres para reprimir las probables manifestaciones de descontento no tienen que ver.

Que los impuestos inventados al vapor contra la economía familiar, mientras al mismo tiempo se subsidia fiscalmente la economía globalizada o altamente industrializada, no tiene nada que ver.

Que la suspensión repentina de las compensaciones a la inequidad de los mercados internacionales de alimentos, especialmente de los granos, no tiene nada que ver.

Que el crecimiento del tráfico de drogas y armas al amparo del libre comercio y el aumento curiosamente coincidente del crimen, no tiene nada que ver con la producción sistemática de pobreza.

Que la disminución de los servicios de educación y salud de los gobiernos federales no tiene nada que ver.

Que la represión del salario como método privilegiado de impedir la inflación, disminuyendo sistemáticamente la capacidad de compra de la gente que trabaja, no tiene que ver con el empobrecimiento masivo.

Que las crisis económicas del aparato financiero tercermundista, burlado repetidamente por el capital financiero desarrollado, para nada.

Que la libertad de tránsito global de productos listados por los países poderosos sea inversa a la libertad de flujo de los trabajadores migratorios, nada que ver.

Pensándolo bien... Definitivamente, el pecado capital del capital es la ceguera: Nada que ver.
http://jperezrobles.spaces.live.com/blog; PB100914Capital.docx; 17:27; 2117Car.

No hay comentarios: