Los persecutores del poder, porque esa es la única persecución que se ve en las publicaciones que por cierto es hora que deberían dar vergüenza al periodismo que las publica y que además les agregan comentarios “del público” (generalmente los mismos) de tan mala factura que derrotan el argumento propagandístico que deseaban comunicar y se les convierte ahí mismo en un simple exabrupto pornográfico, pobre y vil.
No hubo nunca campo para el sentido del humor en la propaganda fascista; tampoco hay esclarecimiento de ninguna duda en la propaganda actual. Nada está ni siquiera cerca de una pequeña verdad porque se desdibuja con la golpiza que le meten al español que creen escribir o hablar.
Algunas publicaciones simulan una neutralidad que nadie ve ni oye; el auditorio o el lector no tarda ni siquiera tres frases cuando brota el “conflicto de interés”, que hace mucho dejó de ser conflicto para convertirse en orgulloso panfleto de interés, al que se le transparenta todo lo que desea incomunicar.
Y claro, ni modo que puedan hablar de otra cosa cuando los supuestos políticos “de altura” se revuelcan en el lodo y las heces fecales de chiquero de rancho pobre, para dar el espectáculo en la tele; ahí se puede ver sin censura la pornografía de una diputada, desde la tribuna de la Cámara Baja (que hace honor a su adjetivo) diciendo que los medios (y no ella) dijeron que el Gobernador del Estado de México mató a su esposa.
No sólo las burradas infantiles sobre “someterse al detector de mentiras” que cualquier idiota puede hacer fallar, sino creer que la gente, (los ciudadanos a los que consideran súbditos ignorantes de cómo es esto de “los procedimientos parlamentarios”), se va a tragar toda esa porquería inflada de flatulencias que no solo avergüenzan a todos como república fallida, sino que dan náusea, por su bajeza, por no tener ni pizca de remedio y, más que todo, por condenar al país entero a un futuro totalmente NULO.
Por simple instinto de conservación de la formación social, no hay grupo humano que perdone tantos errores inducidos por la ambición del poder y el dinero de las representaciones públicas, estupidizándolas tanto como a cualquier adicto al alcohol, a la droga, al sadismo contra las mujeres o al asqueroso abuso infantil. Se merecen con creces lo que la ciudadanía aterrorizada, asqueada y sin nada qué perder decida hacer con ellos.
Pensándolo bien... Porque lo hará, tarde o temprano, lo hará. La historia no perdona.
http://jperezrobles.spaces.live.com/ ; PM100311Politiqueria.docx ;21:13;2135Car.
jueves, 11 de marzo de 2010
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