Antes, cuando alguien tenía que cruzar por el panteón del pueblo cerca de la media noche, silbaba alguna tonada temblorosa para calmar su miedo a las almas en pena, famosas por hacer cosas terroríficas a los ciudadanos ajenos a las actividades fantasmagóricas ilegales.
Bueno, pues de todos los operativos narcos, el de este fin de semana largo en Los Mochis fue una demostración pública de delincuencia organizada, como la de Nueva York o Chicago; estuvo impecable, disciplinada y eficaz.
No hubo ningún muerto ni herido, excepto los que haya habido entre ellos mismos y que sus mismos “limpiadores” (‘cleaners’) recogieron inmediatamente y los sacaron del escrutinio de los medios; los efectos colaterales solo se reflejaron en los gritos de las madres a sus hijos que andaban jugando afuera de sus casas en el día de asueto obligatorio; una actividad febril en los teléfonos celulares de los jóvenes para darse emocionados unos a otros su versión desde el lugar de los hechos y el asalto a lineadirectaportal.com para reportarlo.
Apenas una media hora después de los hechos hubo llamadas de larga distancia para preguntar por el estado de su familia cuando se enteraron del operativo armado narco en el portal de internet.
Me veo tentado a agradecer a los capos que no hayan matado a ninguna persona que no es de la guerra, como decía el humorista Gila en su versión de la guerra civil española.
Los mirones fueron dispersados por los narcos que estaban trabajando en el operativo lanzando balazos al aire, como si fueran militares centroamericanos del siglo pasado y los periodistas acelerados fueron atentamente golpeados en la nuca y despojados de sus cámaras para evitar las exclusivas.
Todo estuvo fríamente calculado y salió como previsto.
Los operativos de reacción inmediata hicieron su labor de accionar las torretas de colores en equipos de cuatro patrullas que interrumpían de algún modo el tráfico normal, como siempre indiferente a la policía y continuando su camino mascullando maldiciones. Fin de la historia.
Las declaraciones a posteriori de las autoridades y los políticos todavía esta mañana no salen al aire ni a la prensa escrita; las policías se reducen al parte oficial, como debe ser; el ejército seguramente está en alerta en otros estados, los comentarios del blog abarrotan las notas. No hubo mantas, no hubo muertos.
En Los Mochis, el martes en la mañana después de la cruda del fin de semana largo, los que regresaron ayer de Camahuiroa (el Cancún de huarache de acá) amanecieron vivos, algunos tal vez despojados de las llaves de sus vehículos por algún retén bien comportado, réplica exacta de los retenes militares de antes: lacónicos, distantes, perdonavidas y atentos... Y cuando despertaron, el narco armado aún estaba ahí.
Epílogo: Nuestro compañero Fco. Arizmendi viajó este fin de semana largo a El Fuerte, para descansar de Culiacán.
La mala noticia es que, al regreso, un retén como ése lo despojó de su camioneta. Declaró a Línea Directa que lo que más le dolió fue “que se llevaran todos los coricos y las empanaditas”.
Pensándolo bien... La buena es que Arizmendi está vivo y seguirá aquí como usted: silbando en la oscuridad...
http://jperezrobles.spaces.live.com/ ; PB100316SilbandOscuridad.docx ;12:14;2785Car.
martes, 16 de marzo de 2010
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