martes, 9 de noviembre de 2010

La Verdad NO Dicha - 9NOV10

El que seamos estudiantes, periodistas, comerciantes, manicuristas, campesinos, médicos, maleantes, políticos, madres o padres de familia, monjas, contadores, cantantes, sexoservidores, transeúntes o policías, carece de relevancia. Ustedes dejen de asesinarnos, y punto.

Ya antes nos han mandado decir, en ‘narcomantas’ o en discursos en cadena nacional, que esta fiesta sangrienta es exclusivamente entre ustedes, que los muertos seguramente eran pandilleros, que la gran mayoría de los cuerpos pertenecen a sicarios, que el resto de los mexicanos no tenemos nada de qué preocuparnos.

Qué alivio: matar sicarios o pandilleros es una tarea (gubernamental o delictiva) tan legal y rutinaria como poner un sello de recibido a los oficios que se presentan en una ventanilla.

Pero nos han mentido: aunque aseguren que no asesinan a quienes no estén involucrados en los asuntos de la delincuencia organizada, han seguido apareciendo, despedazados, maniatados y apilados en montón, albañiles, turistas, adictos en rehabilitación y muchachos que festejaban algo; hemos debido enterrar a bebés cosidos a balazos porque el ejército o la policía los confundieron con capos de la droga; tenemos estudiantes muertos haiga sido como haiga sido y estudiantes vivos con los intestinos de fuera por efecto de las balas policiales; seguimos padeciendo secuestros de individuos (respetuosos de la legalidad, o no, qué importa) porque ustedes necesitaban algún insumo para su fábrica de culpables, o porque querían una lana, o porque hicieron un casting macabro para producir un video que después divulgarían en You Tube, o porque requerían un cadáver llamativo para colgar de él una cartulina con garabatos ominosos.

Pero ya dense cuenta de que matar es un mal negocio, así sea porque con cada persona que asesinan pierden a un potencial consumidor de droga, a un causante al cual esquilmar, a un televidente, a un votante, a un trabajador explotado, a un ser humano con el cual interactuar en el sentido que sea. Busquen otros métodos de negociación y quédense sosiegos en sus oficinas gubernamentales, en sus residencias de insolentes millones, en el bote, en sus aviones privados, en sus haciendas, en sus podios de cartón o en sus escondrijos.

Ustedes, matones de todos los bandos, háganle como quieran, pero ya detengan el baño de sangre. Dejen de asesinarse entre ustedes y [por tanto] dejen de asesinarnos, y punto. [Pedro Miguel, La Jornada, 2010-11-09]

Pensándolo bien... Solo la fuerza de la verdad del contenido real de lo dicho con la claridad del buen uso del lenguaje, puede, a veces, conmovernos a pesar del entumecimiento del alma con que apenas nos defendemos del terror cotidiano.
http://jperezrobles.wordpress.com/blog; PB101109Engaño.docx; 19:53; 2366Car.

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