sábado, 20 de noviembre de 2010

La Verdad (VC) - 20NOV10

No nos vamos a meter aquí en profundidades filosóficas ni mucho menos académicas sobre La Verdad.

La verdad es que este es un simple programa de radio donde usted escucha a la Vida Cotidiana, hablada con toda libertad y sin compromiso alguno con el pensamiento académico.

La verdad es la que nos hace libres para poder hablar de la verdad. Pero, ojo, la verdad tiene efectos en el alma cuando se piensa o cuando se escucha.

La verdad se manipula, se hacen malabares con ella, prestidigitación y engaño sofista; o sea, se dicen mentiras disfrazadas de verdad.

La verdad se puede convertir así en materia prima de la mentira; principalmente la verdad interesada y la absoluta o fundamentalista.

Alá es Dios y Mahoma su profeta puede ser una verdad religiosa y como tal es tan respetable como cualquier otra de la misma índole; pero la verdad religiosa se puede radicalizar desde ahí y puede imponerse como la única verdad fundamental; apoderarse de esa verdad, girarla 180° y pasarla al reino de la mentira para otros fines.

Por eso tienen éxito los programas pseudo-religiosos por radio, tan populares en EU, la magia de la verdad se establece cuando el predicador se presenta a sí mismo, francamente o no, como enviado de Dios o como poseedor de la verdad divina que todo lo sana.

Y los programas de la salud se confunden con los programas religiosos y ambos son utilizados allá para conseguir dinero de los oyentes. El mercado de la verdad que se vende llega hasta la comunicación masiva con enorme fuerza. También llega al correo electrónico vendiéndose como la entrada a múltiples sorteos donde la riqueza se reparte a manos llenas.

La verdad política sufre de lo mismo, de ahí nacen las dictaduras y los gobiernos falsificados.

La verdad financiera la siente usted ahora mismo, después de durar tanto tiempo encubierta por la mentira bursátil, al servicio de la concentración del capital monetario de papel, desde donde se concentra al capital productivo real. Si no la siente no se preocupe, es solo porque usted no tiene suficiente dinero para sentirla; pero de que le afecta le afecta.

La verdad es una construcción racional necesaria para entender el entorno. Es el recurso siempre necesario y la meta nunca suficiente del pensamiento científico y filosófico; y como toda construcción de la mente humana, tiene amplias zonas de incertidumbre al lado de sólidas verdades duraderas o axiomáticas.

El ejemplo más explícito de la incertidumbre es la predicción del futuro. El futuro se rige por las probabilidades a las que apunta el presente, que a su vez son traídas aquí por el pasado.

Sin embargo, lo único verdadero con certeza para la existencia como ser vivo es que desaparecerá de aquí en menos de 200 años. Ningún ser humano puede durar vivo más tiempo. Dicho de otro modo, de lo único que estoy seguro en verdad del futuro, sin duda alguna y sin negociación posible, es que me voy a morir.

Esta verdad le ha costado mucho esfuerzo al hombre aceptarla, desde la primera vez que un mamut aplastó al compañero de cacería y ya no se movió nunca más, hace como unos 2 millones de años.
En la mejor de las defensas contra la verdad de la muerte, el hombre se ríe de ella con las calaveras del dos de noviembre, que por cierto acabamos de pasar y ya se nos olvidó.

La verdad puede ser peligrosa. Los cardiólogos clásicos lo saben y normalmente prohíben a los familiares comunicar la verdad a su paciente sobre su patología cardíaca. No por la verdad misma, sino por el efecto de la verdad en el estado de ánimo del paciente y su reacción psicosomática sobre el atribulado órgano, de por sí tan sensible a las emociones.

La prioridad de cualquier enfermedad terminal es la calidad de vida de lo que le queda al paciente, en casi todos los criterios médicos. Y si la verdad viene a aumentar el grado de dolor del alma, mejor que la verdad llegue por los hechos mismos.

O sea, el ser humano sufre al saber la verdad de su propia muerte, no sólo ante la enfermedad terminal, sino toda su vida. La diferencia es que toda la vida se la ha pasado negando su propia mortalidad, hasta que no hay más remedio: es una verdad no deseada.


El Instinto de Vida siempre está en contradicción radical con la Pulsión de Muerte hasta el último momento de la vida; incluso en los suicidas, la ambivalencia siempre está ahí, conscientemente o no.

Las verdades de la vida cotidiana se aprenden por el niño en su relación con la madre, de la misma manera gradual que aprende la lengua materna: integrando pedazos del lenguaje hasta configurar en su cerebro la estructura lingüística y empezar a producir oraciones propias que serán en adelante el instrumento lógico privilegiado del aprendizaje articulado.

No es el único método de aprendizaje por supuesto, el lenguaje no verbal de la madre ya le había enseñado infinidad de ideas sobre el mundo desde antes; pero el habla es como la matemática del saber y de la articulación de la verdad, la certeza, la falsedad o la mentira. De la articulación o enunciado lógico de esas ambivalencias dependerá la amplitud del aparato mental con el que se percibe el universo y por tanto de su idea del entorno: su cosmovisión.

Dicho de otro modo, si su niño/a está aprendiendo a usar su idioma, sería bueno que lo aprendiera a hablar lo mejor posible para que la inteligencia con la que viene se desarrolle lo más ampliamente posible. Otra verdad pedagógica para buscarla y realizarla, a pesar de que sepamos que nunca la realizaremos totalmente.

Aquí llegamos a esta otra verdad incómoda: la frustración de nuestros deseos, la necesidad de postergación del deseo, que el principio de realidad, familiar y social, impone sobre el niño que crece mientras se logra su civilización, implica montos de represión sin la cual no se logra el proceso de maduración.

Los padres no quieren enfrentar esta verdad por incómoda, y los hijos no la admiten por frustrante. Ambas partes se la pasan a veces toda una vida en conflicto generacional por tal negación de la verdad incómoda vestida de valores y creencias; la postergación del deseo es simplemente otro fenómeno parte de la vida; quien no aprenda a tolerarlo, a negociarlo y a tocarlo como si fuera su instrumento musical favorito, vivirá en la miseria anímica y en perpetuo malestar.

Finalmente, como vimos antes, la última verdad escondida o negada es que nos engañamos a nosotros mismos como método para no sufrir por los contenidos inconscientes de nuestra vida infantil, que siempre fue sumamente compleja y en realidad nunca fue una infancia feliz como solemos decir huyendo de la incomodidad.

La verdad es que todos nuestros conflictos actuales tienen una componente importante de lo que proviene de esa historia infantil olvidada.
La verdad es que la amnesia infantil es el mecanismo de defensa que nos evita saber de nosotros mismos; y en la medida que de una vez hagamos el esfuerzo por enfrentarla y aprendamos a vivir con ella (porque olvídese que desaparezca) la vida cotidiana resultará menos pesada, compleja y triste; nuestros recursos psicológicos empezarán a fluir mejor y en nuestras relaciones de pronto nos parecerá que algo les debe estar pasando a los demás que me tratan mejor.

La verdad seguirá siendo escurridiza, la mentira no desaparecerá por completo, pero una y otra serán parte de la sinfonía de la vida cotidiana y no el ruido que no deja vivir.

Una mejor manera de vivir la vida es aprendiendo más verdades de la vida propia que de la vida ajena.
http://jperezrobles.wordpress.com; VC101120Verdad.docx ;17:46;6270Car.

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