sábado, 9 de octubre de 2010

Adolescencia VC - 9OCT10

Para ser adolescente se necesita tener una capacidad de actuar en diferentes papeles de manera creíble, sin que se note lo que uno cree que es el único monstruo sobre la tierra que habita el interior de un ser humano.

Ser adolescente es de repente tener qué vérselas con la rabia, con la vergüenza, con el deseo exagerado, con la risa babosa, con el miedo al ridículo, con la vergüenza del cuerpo por lo que le falta, con la vergüenza del cuerpo por lo que le sobra.

Y también es tener qué ver cómo se le hace con esta facilidad para llorar por cursilerías o reír por idioteces, con estas ganas de pertenecer a un grupo social que no es tan buen grupo pero ni modo, o con este miedo de ser excluido; este pánico a ser excluido.

Y peor todavía: con este deseo.

Este deseo sexual para empezar, aunque eso no es tanto porblema como dicen los adultos que es. Es más bien este otro deseo espiritual de amar y ser amado. Esta especie de adicción al placer amoroso. Un deseo tan nuevo, tan intenso, tan de repente aquí, sin manual del usuario.

Si yo adolescente soy hombre, se me hace demasiado cursi. Si soy mujer, se me hace demasiado sumiso. Pero sea lo que sea, no lo puedo evitar. Estoy enamorado del amor y no sé nada de eso.

Si soy hombre, sé de Xbox o de Wii y soy bueno para manejarlos; sé de futbol o de beis y también. Si mujer, sé de modas, de actores del cine o la tele, de libros de poemas tal vez. Pero ¿del amor? Cero.

Lo que ponen en la tele suena parecido, pero es como querer decirle a uno cómo llegar al quinto nivel del último video game, ¡cuando todos sabemos que nadie puede enseñarle a nadie cómo! Entre otras razones porque ningún adulto sabe nada del asunto.

O como ver los programas sobre adolescencia llenos de señoras muy preocupadas con “lo que pasa con los jóvenes de hoy en día”, y donde no se ve ni un sólo adolescente; o, cuando los llegan a invitar, los ponen muy ordenaditos a todos/as, sentaditos y levantando la mano para tomar la palabra en orden sobre el tema de “la disciplina” y recitar lo buena que es para la formación correcta del espíritu.

Bueno, claro, están los libros, pero esos sólo mi primo el Neutrón los sabe disfrutar y sí, sabe mucho del amor (pero es hora que no le conozco una novia).

De todos los problemas de la adolescencia, el amor en todas sus expresiones, desde la más simple y fácil de tratar, hasta la más compleja y tabú, es el misterio y el secreto más escondido de esta edad.

Y lo peor de todo es que a los adultos, aún a los mejor intencionados ya se les olvidó como era. Y le tienen miedo a echarse el clavado de cómo les fue a ellos, para recordarlo y entender mejor a sus hijos.

Por eso la incomunicación generacional entre padres e hijos.

Por eso la sensación de no saber qué hacer aún después de estudiarlo todo y acudir a cursos carísimos de fin de semana, o a seminarios de vacaciones o a campamentos. O al internet si no se pudo. O a nada, porque no hay con qué.

La adolescencia se espera desde los 12 hasta los 18 a que llegue la enseñanza que nunca llega. Y las tribulaciones de la tempestad adolescente, de cuando menos 6 años de sangoloteo espiritual, solo se curan con el tiempo.

La adolescencia pasa y la juventud madura llega, con toda la realidad de la responsabilidad del trabajo, de la formación de pareja estable y de sus nuevos problemas, que harán olvidar a la adolescencia para siempre jamás.
http://jperezrobles.worldpress.com; VC101009Adolescencia(4).docx ;11:54;2863Car.

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