La pareja se separa sin necesidad de tener un argumento lógico o moral para hacerlo. La pareja se unió por deseo; luego es lógico que se separe por desearlo también.
Y eso le sucede con el tiempo de todas maneras, aunque sigan viviendo bajo el mismo techo.
Las dos únicas ocasiones en que los argumentos pesan más que el deseo (de separarse o no) son: (1) cuando no se consuma la pareja, o sea que no hubo relaciones sexuales y (2) cuando hay violencia intrafamiliar o que uno de los miembros de la pareja golpea o abusa sistemáticamente del otro.
Claro, la separación en todo caso, hasta en el caso de violencia física, tiene los mismos procesos de duelo que una separación causada por la muerte.
Fuera de esos dos casos extremos, el resto de los casos están significativamente sobredeterminados por agentes externos de la civilización que crean las circunstancias y escenarios de la separación, sin que los miembros de la pareja lo sepan a ciencia cierta.
Hay dos grandes registros en toda relación de pareja: (a) el registro de la pasión, con sus bipolaridad amor y agresión; y (b) el registro del poder, con su dipolo dominio y sumisión.
Claro que en medio de todo debe andar el registro de la lógica, con sus polos razón propia y razón del otro; pero la lógica parece inhibirse ante las fuerzas de la separación que agobian a la pareja desde el principio, desde que nace, antes de llegar al altar, al juzgado o al lecho nupcial.
La paradoja de la formación de pareja es que, cuando la Vida Cotidiana les enseña la verdadera cara de la persona con la que vivo, y no la máscara idealizada que yo le impuse al enamorarme; o sea, cuando la razón empieza a aparecer y la ceguera del enamoramiento amengua, empiezo a tener la sensación de que me equivoqué terriblemente y que debo salir de aquí antes de que se ponga peor este asunto, esta mentira, esta hipocresía.
Sin embargo, hasta en el mejor de los casos, la causa de la sensación de equívoco o fracaso es artificial e inducida por la civilización.
La cultura exige que el enamoramiento se mantenga eternamente igual y la civilización exige rendimiento productivo y perfección social de parte de cada uno.
Se ignora sistemáticamente que el desarrollo de la ilusión inicial de la pareja siempre termina en desilusión; y cuando no hay suficiente amor para soportarla, en separación.
Las fuerzas de ahí afuera que acaban con la pareja de aquí adentro son…
Pensándolo bien... Son las que veremos en Vida Cotidiana, mañana por Stereo Uno a la una.
http://jperezrobles.wordpress.com/ ; PM101015Separación.docx ;09:11;2156Car.
domingo, 17 de octubre de 2010
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