Lo sentimos, pero usted no puede pertenecer a este club.
Los requisitos de ingreso y permanencia son mucho más rígidos que los del Country Club (cualquiera puede comprar una acción de un cuarto de millón de pesos). Pero para ingresar a este club se necesitan condiciones que usted y los de su clase definitivamente no pueden cumplir. Lo sentimos.
Mire usted, se lo vamos a decir de una vez: “de los 100 millones de mexicanos que hay en el país 75 millones son pobres y, de éstos, 54 son pobres-indigentes, lo que significa que no pueden comprar la mitad de la canasta normativa de satisfactores esenciales” [Julio Boltvinik, Reforma, 2000-10-05].
Y usted no está entre ellos: usted pertenece a esa minoría marginada de 25 millones de mexicanos que sí tiene trabajo con ingreso suficiente para comer y vivir por encima de la línea de la pobreza.
Los miembros exclusivos del club, los que no cubren con su ingreso ni siquiera la mitad de la canasta normativa de satisfactores esenciales, son una mayoría el doble del grupo al que usted pertenece (el 25%) y también el doble de los pobres-simples (el 21%).
¿Y qué es esa famosa canasta?: Es aquella que “incluye alimentos básicos, consumos fuera del hogar, artículos de cocina, vivienda, rentas e impuestos, gastos en salud, educación, higiene, transporte y comunicación, vestidos y calzado, además de otras necesidades”.
Usted tendría que renunciar a más de la mitad de esos satisfactores para poder entrar al sector de los pobres-indigentes, el pueblo elegido; y usted, simplemente no está hecho para eso.
Se tendrá que conformar con su posición minoritaria; ya sea en el 21% de la pobreza común y corriente o en el 25% de los ni-siquiera-pobres, recluidos allá en ese ‘ghetto’ amurallado a cuya entrada se lee: “La empresa dignifica”.
Lo sentimos mucho pero, en esta era de la democracia, las mayorías imponen su voluntad y la pobreza-indigente no tolerará los intentos de ciudadanos minoritarios por desviar al país de la transición económica que llevó la llevó a su condición mayoritaria exclusiva.
Mire, más le vale aceptar su condición de pobre mediocre (o peor aún, de rico súper minoritario) y de excluido de la pobreza-indigente, con cristiana resignación. [JPR, PB, 2000-10-05]
Pensándolo bien... ¿No le entendió? ¡Ahistá!: Esa es la prueba definitiva.
http://jperezrobles.wordpress.com/ ; PM101011ClubClasista.docx ;20:13;2050Car.
lunes, 11 de octubre de 2010
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