Amar, es el concepto más usado, manoseado, torcido, mentido y desmentido en toda la historia de la ciencia y la literatura en el mundo entero, por encima de las diferencias culturales.
La paradoja ante es que de todas maneras lo que uno quiere saber es que me digan qué tengo qué hacer para ser amado/a de la manera como yo deseo, sueño o fantaseo que me amen, y amén.
Y para muestra basta un botón; escuche esto:
Buscaba mi alma con afán tu alma,
buscaba yo la virgen que mi frente
tocaba con sus labios dulcemente
en el febril insomnio del amor.
Buscaba yo la mujer pálida y bella
que en sueño me visita desde niño,
para partir con ella mi cariño
para partir con ella mi dolor.
Como en la sacra soledad de templo
sin ver a Dios se siente su presencia,
yo presentí en el mundo tu existencia,
y como a Dios sin verte te adoré.
Amar es empapar el pensamiento
en la fragancia del edén perdido,
amar... amar es llevar herido
con un dardo celeste el corazón.
Es tocar los dinteles de la gloria
es ver tus ojos, es escuchar tu acento
es en el alma sentir el firmamento
y es morir a tus pies de adoración.
[Vals de Manuel María Flores]
Entre el personaje que canta su amor en esta canción y aquel viejo personaje narcisista de la tele llamado Gordolfo Gelatino, hay un común denominador: ambos definen a su pareja femenina, a su oscuro objeto del deseo, como una réplica exacta de su madre idealizada.
Sin embargo, lo curioso es que para la mujer políticamente correcta, esta infantil expresión edípica del deseo amoroso masculino, este ideal ilusorio y ridiculizado sin piedad por Los Polivoces, produce una reacción de ternura en ella, como si fuera una serenata en su ventana que promete todo en la vida.
Ambas partes aprenderán sin remedio que la propuesta amorosa es siempre una bella ilusión destinada desde el principio a una fea desilusión.
Ambas partes con el tiempo aprenden que era una fantasía que no se puede realizar en la realidad cotidiana; pero cuando ambos se encuentran enamorados, se vuelven cómplices de la mágica mentira prometida y se entregan al disfrute de la experiencia extraordinaria de ese amor, el que, luego de algunas satisfacciones, se tendrá que someter a la prueba de realidad y al duro juicio de las partes.
Esa es la historia de la aplastante mayoría de las formaciones de pareja de cualquier tipo, de cualquier clase, edad, salud mental, creencia religiosa o preferencia sexual.
La ilusión del amor (el enamoramiento), con todas las condiciones adversas que tanto la razón científica como la experiencia denuncian, es, por decir así, la escuela primaria de un largo proceso amoroso profesional.
Aprender a amar es una escuela libre que dura toda la vida; de hecho compite con aprender a vivir y con aprenderse a uno mismo. El hombre, y la mujer también, que se inscriben en esta escuela, suelen morir antes de terminar la carrera.
Pensándolo bien... ¿Usted en qué semestre va?
http://jperezrobles.spaces.live.com/blog/; PB101001Amar.docx ;12:26;2518Car
sábado, 2 de octubre de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario